El amigo Aurelio Arteta insiste en que el sistema de concierto económico entre Navarra y el Estado no deja de ser un privilegio inadmisible en una nación de ciudadanos libres e iguales. Es difícil objetar frente a sus argumentos salvo desde la perspectiva histórica. Y claro, desde la diferencia histórica se torna complicado defenderse entre la moderna ciudadanía española. A mí me cuesta y tiendo a simpatizar con las tesis de Aurelio en este terreno, pero con precaución. En cualquier caso a estas alturas del descacharre nacional cualquiera va y le mete mano a este asunto. Como cuando uno tira de las cerezas en el frutero, va enganchado a otros cuya resolución supondría una auténtica revolución democrática en España. Dicho esto, les contaré que esta tarde pensaba en el sudoku de la financiación autonómica. Este asunto quedó cerrado por unanimidad en 2002, pero el ludópata político que nos mal gobierna lo reabrió y andamos hoy a tortas. El caso es que pensaba yo con algún alivio que nuestro concierto económico con el Estado es un buen burladero en el que parapetar a Navarra, al menos mientras el toro de la crisis económica no salte la barrera y nos persiga por el callejón a fin de empitonarnos. Y he de confesarles que ese alivio pequeño me ha dejado un regusto como miserable. Que desgraciado país el nuestro.
"Al cabo de un tiempo, aunque el profeta se desgañitara gritando en su piedra, nadie le hacía caso, de hecho, ya le habían robado las sandalias y la túnica, sin embargo, él seguía predicando, uno y otro día, semana tras semana.
Un día, llegó al pueblo un viajero que nada sabía ni del pueblo, ni del profeta; al verlo hablando solo en su piedra, se acercó a escuchar lo que decía con voz temblorosa; al terminar le dijo: oye, ¿estás loco? nadie te escucha, nadie te hace caso, nadie te cree ni te sigue, ¿a quién quieres convencer con tus palabras?
A lo que el profeta respondió: "No, yo no predico para convencer a nadie, yo predico para que ellos no me convenzan a mí."
27/01/1979 Mi padre, Jesús Ulayar, vasco, navarro y español, es matado a tiros en Echarri Aranaz (Navarra) por el etarra Vicente Nazábal conmigo como testigo.
La ETA calló a balazos a Jesús Ulayar con el fin de amedrentarnos a todos. Antes del asesinato, el separatismo vasco en general insultó su buen nombre y su memoria y amargó la vida de quienes quedamos, mi madre y sus cuatro hijos.
El ciudadano que quiere reconocerse tal no calla. Y no callaré.
Reportaje de Javier Marrodán sobre la familia Ulayar Diario de Navarra, 3.12.2000