Rubalcaba y el insoportable cinismo del procesoDiario de Navarra 27-09-2011

Política errada e inmoral

La última decisión de la Audiencia Nacional sobre el asunto del Faisán parece un pastel en forma de patadón que coloca el balón más allá del 20N. Pero además ha servido de percha para un nuevo episodio de las conocidas dificultades que sufre Rubalcaba en su tortuosa relación con la verdad. Cabe citar similares terrenos hollados por el ex ministro, tales como la negociación negada, etarras que de pronto no lo son, arrepentimientos inventados, supervisión falsa del «alto el fuego», zulos considerados fresqueras para gazta zaharra etarril, etc. Así que no ha defraudado las expectativas: no enteramente conforme con miccionar en el agua de la piscina, lo ha hecho desde el trampolín. Como suele. A pesar de su grosería, la técnica tiene efectividad en muchos ciudadanos no avisados, dispuestos a concluir que difícilmente se puede mentir tan bonitamente. ¡Se ve tanto que no puede ser! Sí, ese ciudadano atribulado por la rasposa actualidad económica, que ojea la prensa en el nivel de titulares, mientras avanza en busca de la más relajante sección de deportes. El caso es que nuestro hombre dice que del chivatazo ya no queda nada de nada.

Que fue soñado lo del Faisán. En consecuencia, se le deben mil disculpas tanto a él y a su cúpula de Interior, como a los cuerpos policiales cuyos nombres fueron arrastrados por el barro. Insiste en que todos los implicados en la abortada operación policial fueron detenidos meses después. Y fin. Pero la verdad es distinta de como la pinta y maltrata. La Audiencia Nacional dice que el chivatazo se produjo, el delito existió. Algunos de la estructura de Interior dirigida por Rubalcaba en comunión con ZP, cometieron la traición. Y evidentemente ninguno lo pudo hacer por su cuenta. Es esa traición la que arrastra por el barro el nombre de la policía, no su denuncia. Es falso que detuvieran después a todos los implicados sin daño para la lucha contra el terror. El peneuvista Gorka Agirre, envuelto en la operación, no fue detenido. Además se dio tiempo a la banda para prevenirse, perjudicando así meses y meses de trabajo policial. Finalmente el chivatazo regaló a la ETA 54.000 euros que ayudaron al asesinato de once personas. Once. ¿Duerme tranquilo Rubalcaba? En fin, estas cosas las he dicho y escrito bastantes veces. Un aburrimiento. Pero pocas comparadas con la cantidad de mentiras y manipulaciones del actual pretendiente a suceder en La Mocloa a ZP, con quien ha colaborado eficazmente en el regalo de vida al entramado etarra. En 2004 estaba a punto de palmarla y como consecuencia de su política errada e inmoral, tiene ahora más poder institucional y económico que nunca. Así, el empeño de los voceros socialistas en repetir que Rubalcaba ha sido el mejor ministro de Interior, resulta un sarcasmo cruel, ofensivo. Arrecia esa loa al candidato ahora que los etarras presos, en maniobra bilduetarra, se suman a un documento de hace un año en el que el separatismo de toda laya repite sus mentiras totalitarias de siempre, viejas como la tos. Pero mira, muchos socialistas la venden como positivísima novedad. Tal sobre actuación y los inefables lamentos socialistas por la reciente sentencia condenatoria de Otegi por terrorista, entroncan sin duda con el mamoneo negociador de ZP y Rubalcaba con la banda. Resultó especialmente abyecto Patxi López haciendo poco menos que pucheros en pesarosas valoraciones sobre la condena a Otegi, «el gordo» en argot pistolero, el etarra secuestrador y jefe del grupo que disparó y casi mató a Gabriel Cisneros. Pareció que López hambreara votantes de Bildu, pues los refería con gran terneza en la expresión de su voz. Parecido acento al usado en homenajes a víctimas del terrorismo.