Escapar

<b>Escapar</b>
El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

30 abril 2010

Felicidades, Herrera - Libertad Digital, 03.05.2010


Resulta que la mañana del pasado viernes, el genial Carlos Herrera radiaba reiteradamente sus sospechas ante la desaparición de De Juana Chaos (Iñaki, en confianzuda boca de Patxi López) y las excarcelaciones de Iñaki de Rentería y Díez Usabiaga. El sevillano de Mataro se malicia que la libertad del último pudiera estar al servicio de tratos con la Eta. Y, oh cielos, ha metido en el saco de sus sospechas el viejo y silenciado asunto de la impunidad de Josu Ternera. Este lunes vuelve a la carga, o parecido. ¡Toma!

Como bien conoce el personal, hace muchos meses que algunos andamos pregonando la poca vergüenza que se gastan el gobierno zetapero y los del ministerio de la oposición, a cuenta del bien conocido paradero del jefe etarra Josu Ternera. Este último año primero la revista Época, más adelante LA GACETA y a última hora El Mundo, han suministrado informaciones sobre la plácida estancia del matarife, interlocutor jefe en la negociación de ZP con la Eta. Oiga, que nadie le echa el guante. Y nadie dice nada salvo cuatro que, por supuesto, somos motejados de fachas o silenciados, tanto en los medios adictos a la zurda como en los adictos a la maligna agua bendita con soda del PP. ¿Qué decir de esa constelación de asociaciones de víctimas y entidades análogas, en su inmensa mayoría por fin tan políticamente correctas? Pues que entre pisar alfombras y recibir en los oídos instilaciones de loas del politiqueo profesional, no han tenido tiempo ni modo -¡pobres!- de caer en la tontería de que el negociador Ternera, jefe de nuestros asesinos, pasta tan feliz por tierras italianas, disfrutando de reparadores sueños entre arrullos del CNI. Y es que el paisaje de las asociaciones de víctimas es abigarrado conjunto: algún jabato, bastante ingenuo, mucho asqueado, gente despreocupada... incluso ignorantes y hasta traidorzuelos y listos atentos a la alfombra y su interés. En su globalidad, material al gusto de la práctica totalidad de la fauna política profesional de todo signo.

¡Pero albricias! El gran Herrera hoy aventa por las ondas lo que ha venido callando por meses, que es lo que venimos denunciando algunos con nuestras escasas fuerzas. Vamos, asunto viejo como el hilo negro. ¿Por qué ahora? Mandé al correo de los oyentes del programa una felicitación por tan ajada primicia informativa. Cómo será alguna cosa que le habrán contado, que hasta se interrogaba sobre la posibilidad de que Jaime Mayor tuviera razón al poner recientemente en toda sospecha pública a ZP por este asunto ¡con la cera que le dio al ex ministro él mismo desde sus micrófonos!

Por otra parte, en otro medio afloraban algunos tertulianos del área de influencia genovesa (del número 13) que no dudaban en afirmar que la negociación con la Eta sigue por la sencilla razón de que nunca terminó. Hasta hace nada decir eso era pecado mortal en el partido. Un periódico digital informa de que Rajoy habría dado orden de entrar a saco en el tema del opulentísimo Bono, socialista amigo de lo pobres y enemigo de esos poderosos que ha poco señalaba ZP con su dedo justiciero. Manda huevos. Y ojo, que también hemos podido escuchar al líder popular lanzar un avisito al gobierno a cuenta de los asuntos que hoy inquietan a mi admirado periodista radiofónico.


Será o no será que el PP vaya a la carga, chi lo sa. Pero a tenor de los atronadores silencios escuchados en este último año en este mismo terreno, uno se pregunta si no se habrán hecho algunas llamadas desde la dirigencia pepera llamando a rebato, suministrando informaciones insoslayables. En cualquier caso uno aprecia con susto y temor el inmenso poder de los aparatos partidarios, de poder, para hacer que lo que la luz del sol ilumina a ojos de cualquiera, no sea visto por casi nadie. Hasta que los mandarines decidan otra cosa, o no... ya saben. Don Mariano. Permanezcamos atentos a la pantalla.

10 abril 2010

Placas
Libertad Digital, 16-04-2010
Navarra Confidencial, 16-04-2010


Tras la rajada de Mayor Oreja volvió la calma. Pero el afán zapatero de encontrar el fin de la Eta sigue ideológicamente emparentado con el debilitamiento de España. ZP persigue la consecución de una cosa sustitutiva de la nación. Y para hacer tortilla siempre se cascan huevos. Hay que romper la odiosa nación de Isabel y Fernando para aterrizar en una nación de naciones en proceso de invención, o así. Cree el inquilino de la Moncloa que hasta esa estación de término hay manera de hacerse acompañar de la Eta, sus partidos, medios y demás satélites. Una vez allí, la suma de izquierdas y separatismos sacará del mapa a la carcundia derechista, alumbrándose La Cosa. Cálculo plausible. La destrucción de la nación española, que con tanto acierto pilota, es un objetivo compartido con la Eta y con el separatismo en general. Pero lo que para el leonés se trata de un objetivo, una estación término decía líneas arriba, para los separatistas no es sino un estación de tránsito hacia la independencia, donde hasta el gran estadista del PSOE sobra. ¿O no?

En la legislatura 2004/2008, nos vendía la idea de que con esa concepción de nación discutida y discutible, los separatistas atemperarían sus exigencias, exacerbadas por la España cañí de Aznar; y así, en fraternidad, arribaríamos a la completa felicidad. La misma estúpida teoría -corregida y aumentada- aplicada desde la Transición: alimentar a la bestia hasta que, ahíta, quede conforme. Cosa que nunca ocurre ni ocurrirá mientras no se verifique la ruptura total. Y aún así. Pero el Adán de León tiene insuperable confianza en su pericia, pues que dispone de la Piedra de Rosetta descifradora del secreto de la armonía ibérica. Así que a la novedosa y traidorzuela postura de un presidente de gobierno español que relativiza el valor de nuestra nación -contra ella han matado a 850-, lógicamente suma las diferentes reformas estatutarias, colorín colorado del cuento de Zapanieves y los diecisiete estaditos. Pero el resultado no es la esperada respuesta generosa del separatismo. Todo lo contrario. ¡Oh sorpresa de necios! Pero tranquilos, que teniendo a mano al culpable de guardia, esa derechona bastante derechorra, no hay problema.

Y en este cuadro hay que inscribir tanto la primera como la segunda fase de la negociación, denunciada repetidamente por Jaime Mayor. Tratarán de empotrar en la vida política, con presupuesto e impunidad, a una parte de la banda terrorista. Así la Eta buena recogería réditos por la matanza. Toda esa gentuza que se ha roto las tripas descojonándose de nuestros muertos en cada atentado, pastará en el presupuesto si la jugada le sale bien a ZP, cosa por ver. Engrosarán la famélica legión regidora de los destinos ibéricos. Terroristas que una vez blanqueados no se nos ocurrirá llamarlos terroristas, pues que nos conducirán ante la justicia y nos condenará, cumpliendo su misión nuestro Estado de Derecho. Total, que ZP quiere integrar a la Eta. No le entra en la cabeza su derrota lisa y llana. Trabajo al que de haberse aplicado desde 2004 hoy daría como resultado su desaparición. Hay quien argumenta que nunca del todo. Tal vez, como nunca del todo el robo, las violaciones, el tráfico de drogas y la trata de blancas. Pero claro, estos delitos no tienen como percha una doctrina totalitaria que los proteja a los ojos de un presidente de gobierno.

Recuerdo el discurso del Rey y los políticos tras cada atentado en estas últimas décadas. Cientos de veces apelaron a la debida confianza de los ciudadanos en general y de las víctimas en particular, en ese Estado de Derecho que, al cabo, derrotaría a la banda y nos protegería. Y me lo creí. Aquel discurso de la épica democrática frente a los malos, contrasta con la realidad. Hoy la negociación con los asesinos sigue viva y sedicentes grupos musicales se descojonan de las víctimas, como por ejemplo ahora en Sevilla, bajo la protección de partidos y de ese Estado de Derecho. Entre tanto ciertos políticos, instituciones y entidades se suman afanosos en la colocación de placas en las calles a la memoria de los muertos. Necrófagos, “viven” de placas, jornadas, conciertos, libros, leyes de víctimas, homenajes y piedades varias de orden lacrimógeno. Tras la placa marmórea del campo santo se enterraron los cuerpos de los asesinados. Ahora, tras las placas metálicas de nuestras calles, entierran su ciudadanía española. Y a uno le sale del pecho decirles que, de la Corona para abajo, pueden irse a freír churros. Que aproveche.

02 abril 2010

¿Dónde está Dios?

De Víctor Manuel Arbeloa. Diario de Navarra 31.03.2010


El grito, el alarido casi, se ha repetido una y otra vez durante la tragedia reciente en Haiti. Pero viene de mucho más lejos, de mucho antes del Holocausto, donde millones de judíos y no pocos cristianos se habían preguntado, en medio de aquel infierno de dolor y de horror, dónde estaba aquel Dios-Yahveh, misericordioso y compasivo, en quien habían creído y esperado, a quien algunos habían amado hasta dar su vida por Él.

Ya en el salmo davídico 22, una de las piezas más hermosas de la literatura universal, afín al poema del Siervo doliente del profeta Isaías, el justo perseguido truena con su voz atormentada:

"Dios mío, Dios, ¿por qué me has abandonado?/ ¡Lejos de mi salvación la voz de mis rugidos!
Dios mío, de día clamo, y no respondes, / también de noche, no hay silencio para mí".

Parece un grito desesperado, pero todo el salmo es una honda oración doliente, que termina en una acción de gracias por la liberación esperada. El evangelista Marcos puso el primer verso en labios de Jesús crucificado, pero Lucas añadió otro verso de la tercera estrofa de un salmo similar, el 31, donde aparece el otro flanco de la súplica dolorida:

"Sácame de la red que me han tendido, / que tú eres mi refugio.
En tus manos mi espíritu encomiendo. / Tú, Yahveh, me rescatas".

La obra maestra de la literatura sapiencial, el libro de Job, a comienzos del siglo V antes de nuestra era, narra el drama de un justo que sufre cruelmente. El dolor le arranca gritos y arrebatos contra Dios, a quien busca desesperadamente, porque le cree bueno, pero no encuentra significado a su prueba que sufre con escándalo.

Muchísimos creyentes de todo género y condición han revivido la suerte de los justos de los salmos y del paciente-impaciente Job, o no han conseguido quizás su plena confianza final. Se han agitado entre el Dios de la magia y de la fe, de la retribución terrena y de la retribución ultraterrena, de la justicia y de la injusticia, el Dios de la promesa y del silencio, el Dios trascendente y el Dios ídolo a la manera del hombre.
¿Dónde está Dios? Yo no sé dónde están los dioses de Grecia y de Roma en los momentos decisivos de los hombres. Ni dónde estaban durante los siglos de la trata de negros, durante las matanzas y las guerras, durante el Holocausto o la tragedia de Haiti. No sé si se entretenían en sus celos y raptos amorosos, en sus frecuentes banquetes olímpicos o en sus correrías favoritas por el mundo de los hombres.
No sé dónde están los numerosos dioses o los espíritus de algunas grandes religiones, que conozco mal, y que tal vez sean, en muchos casos, expresiones y manifestaciones de una sola divinidad.

Pero sé dónde está el Dios de Jesús de Nazaret, de quien alguien pudo decir en frase audaz y sugeridora:
-Dios está en la cruz.
Es decir, el Ungido (Cristo) de Dios, el Hijo de Dios, el Hijo del hombre, el Enviado por Dios, como le llamaron y Él lo vivió, acabó en la cruz, el más atroz de los tormentos, por predicar el nuevo Reino de Dios, por ser el hombre para todos, el amigo de todos los excluidos de la sociedad religiosa y política de su tiempo, víctima de los tres grandes poderes de Palestina: la jerarquía sacerdotal, los príncipes herodianos y los ocupantes romanos. Seguidores innumerables del Maestro, los mejores y más fieles, han subido y siguen subiendo a todas las cruces de los siglos.

Pero la pregunta anterior, tan seria e inesquivable, tiene que ser completada e incluso sustituida, en la prioridad práctica, por ésta otra: en la tragedia de Haiti, y en todas las tragedias y miserias de la vida, ¿dónde estamos nosotros? ¿Dónde los cristianos, los creyentes, los increyentes, los agnósticos, los ateos, los antiteos? ¿Dónde? Si estamos con los hombres que sufren, Dios estará allí con nosotros.