Escapar

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El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

30 octubre 2008

Qué víctimas. Diario de Navarra 31.10.2008

Recientemente, el parlamentario foral del PSN señor Izco interpeló en la cámara navarra al parlamentario foral por Na Bai señor Ramírez, con una reflexión sobre si su grupo estaba con las víctimas o con los verdugos en esto del terrorismo. Venía a cuento el requerimiento del socialista por la pretensión de los separatistas de que familiares de detenidos por terrorismo callejero comparecieran en el caserón que alberga nuestro Parlamento Foral. El objeto de la pretendida visita era convertir la cámara en altavoz de acusaciones batasunas hacia las fuerzas de seguridad por tal y cual barbaridad. Estrategia vieja como el hilo negro. El caso es que Ramírez contestó a Izco que Na Bai está con las víctimas, con todas las víctimas. Y vaya, que se le entendió perfectamente.

Pero veamos quiénes son esas “todas las víctimas” a las que se refirió, porque estoy en condiciones de asegurar al amable lector que las víctimas del terrorismo no nos sentimos precisamente el objeto de su cariño. A modo de muestra, el ayuntamiento de Na Bai de Echarri Aranaz mantiene el nombramiento de hijo predilecto al asesino de Jesús Ulayar y compañero de despacho de Zabaleta, Vicente Nazábal. Pero busquemos el objeto de la solidaridad de Na Bai. Hemos sufrido la explosión de un coche bomba de Eta en la Universidad de Navarra. No mató ni hirió de gravedad a nadie de puro milagro. El etarra debió dejar el vehículo con su carga de muerte y huyó de modo que vaya usted a saber dónde andaba ya para cuando estalló. Pero supongamos por un momento que el terrorista hubiese perecido por un error en la manipulación de la bomba. O supongamos que, tras persecución policial, hubiese sido detenido. Incluso herido en un intercambio de disparos o al intentar reducirlo.
Pues bien, parece que Na Bai categorizaría como víctima al canalla terrorista. Recordemos sus airadas reacciones cuando la detención de unos tipos de Lesaca que, total, sólo fueron detenidos por la voladura de Barajas que costó la vida a dos ciudadanos ecuatorianos. Ahí es nada. Así que de perecer o ser herido el terrorista en la intentona asesina y si la bomba hubiese matado a seis estudiantes, parece que para los señores de Na Bai tendríamos siete víctimas. Oiga, que esto se deje caer en sede parlamentaria y no salgan espantados los parlamentarios al Paseo de Sarasate no vaya ser que les confundan con quien lo profiere, se me antoja de un mundo al revés.
A todos alivia saber que el atentado no ha causado mayores desgracias. Mi solidaridad y cercanía a toda la familia de la Universidad de Navarra y muy especialmente a quienes han sufrido heridas, aunque gracias a Dios hayan sido leves. Para el etarra y su mafia que por sexta vez atentan en ese campus, pido todo el rigor de la ley. Además del oportuno rechazo social y político que huya de equiparaciones políticamente reprobables y moralmente abyectas. Lo que cualquiera en democracia debe exigir. Pero claro, para algunos la democracia española es de tan baja calidad... y así siguen hinchando el perro de la opresión de Euskalerria, motivo por el que esos descarriados etarras matan. Mal, muy mal, nos dicen contritos los nacionalistas, pero que ahí está el conflicto de las narices y tal y cual, explican. Y lo siguen explicando y albardando y en definitiva justificando, que ciertas explicaciones en el fondo son justificaciones. Es inexcusable la obligación ciudadana de no hacer el caldo gordo a la serpiente alimentando el fuego de los pretextos que usa para matarnos ni sus esperanzas de negociación. Esgrimen los matarifes sus sanguinolientas razones, pero no tienen razón nunca, jamás. Al enemigo de la ciudadanía democrática ni agua.

19 octubre 2008

Las niñas de Alcácer y el nacionalismo

Aún no es seguro, pero parece que la Audiencia de Valencia prolongará hasta 2023 la prisión a Miguel Ricart, que asesinó en 1992 a aquellas tres niñas de Alcácer. ¿Recuerdan? Terrible. El benéfico retraso de una salida de prisión prevista para 2011, será posible gracias a la aplicación de la llamada doctrina Parot. Les recuerdo. Henri Parot -Argelino de nacionalidad francesa y etarra de profesión por la gracia de la tan ridícula como totalitaria ensoñación de Sabino Arana- fue responsable del grupo itinerante de Eta Argala. En su negro balance terrorista, el Argala engordó su haber con la vida de 38 personas y las heridas de otras doscientas aproximadamente. Entre ellas cinco niñas mediante el coche bomba que lanzó en 1987 contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. Niñas tan niñas como Miriam, Toñi y Desirée, las matadas por Miguel Ricart en compañía del desaparecido Antonio Anglés.

La doctrina Parot, establecida por el Tribunal Supremo en 2006, aplica los beneficios penitenciarios a los que pueda ser acreedor un preso, sobre el total de condenas que le fueron impuestas y no sobre el máximo de treinta años de cárcel que establece el código penal de 1973. Esta decisión del Supremo evitó la libertad del etarra y la jurisprudencia a la que dio lugar permite amarrar a tipos indeseables como este Ricart o como Pedro Luis Gallego. Gallego, violador y de profesión mecánico ascensorista, es conocido como el violador del ascensor. Actuó en Valladolid, Salamanca y Burgos ultrajando a 18 mujeres. A dos las mató.
Las irreflexivas reducciones por beneficios aplicados a los treinta años máximos de reclusión en lugar de al total de las condenas, han supuesto una vergonzosa burla permitida y empujada por nuestro sistema judicial y político. Un modo de vaciar el rigor de la sentencia judicial y de agraviar a las víctimas y a la sociedad entera, que necesita protegerse de ciertos individuos. Me pregunto de qué complejos ha sido hija esa estupidez. A mi familia le ha valido para que Nazábal, el asesino de nuestro padre, campe desde 1996 insultándonos y al abrigo del despacho de Zabaleta, líder de Nafarroa Bai. Cualquiera en su sano juicio celebra que la justicia por fin se decida a poner final a la burla.
Pero no todo el mundo. Porque cuando esto sirvió para retrasar la excarcelación del asesino múltiple Parot, los nacionalistas pusieron el grito en el cielo. Ya saben, al Consejero de Justicia del Gobierno Vasco, Azkarraga, le gusta tirarse al monte echando chispas. El rigor penal para los matarifes abertzales le encocora y suele hablar de que no es justicia sino venganza. Y así andan los nacionalistas que se pronuncian sobre la cosa. Terminar con la oprobiosa y estúpida aplicación de algunos beneficios penitenciarios, indigna a los hermanos de fe sabiniana. No les he escuchado decir lo mismo de los casos de Ricart y Gallego, al cabo dos violadores sin una excusa política terrorista que echarse a la boca... y además españoles -¡puaf!- para mayor desdoro de sus maquetas personas. Qué quieren, otra pátina observa el nacionalismo en quienes, como Parot y los suyos, matan niñas y también adultos en nombre de la patria vasca, esa mentira sangrienta con la que sueña Azkarraga. Toda una razón.

10 octubre 2008

Julián Gayarre 10/01/1844 - 02/01/1890


Francisco Grandmontagne escribió a comienzos del siglo XX sobre sus viajes por Navarra y Galicia para el periódico bonaerense La Prensa. Su recopilación dio lugar al libro Paisajes de España. Navarra y Galicia. En 2003 Diario de Navarra, en su colección Biblioteca Básica de Navarra, editó un volumen titulado Tres viajes a Navarra. Adivine el inteligente lector cuál era uno de ellos. Exacto: el de Grandmontagne por Navarra. Informa doña Carmen Jusué Simonena en el prólogo al referido volumen, que Grandmontagne pinta con benevolencia a Navarra, siendo por lo demás implacable en sus juicios con el resto de España. Para probarlo transcribe unos pasajes de la correspondencia que el autor mantuvo con Miguel de Unamuno entre 1893 y 1907. Anda anda, qué tendrá que ver con Gayarre. Calma, que esta digresión me apetece mucho. No me puedo aguantar y además será del agrado del paciente lector. Vamos pues, que luego volvemos. En estos tiempos de balanzas fiscales en los que el nacionalismo barretinado habla de la explotación de Cataluña a manos de España, me ha hecho mucha gracia este párrafo de la citada correspondencia. Grandmontagne se despacha muy a su sabor con Cataluña. Lo copio aquí para divertimiento de quienes no padecemos esa enfermedad maligna llamada nacionalismo. Ojo al dato:
¿Mis impresiones de España? No pueden ser peores. He visitado lo más adelantado y me parece atrasadísimo. Aquí los fuertes no son los catalanes, sino el resto de los españoles que los mantienen, cobrando en desprecio su propia filantropía. Me parece la más grande de las leyendas eso de la energía catalana. Su estado industrial es deplorable. Se han enriquecido con el arancel español, y en lugar de aplicar las utilidades en mejorar los medios de producción desterrando los batanes de sus abuelos, las han empleado en piedras, en chalets y castillitos que acusan el perfil condal de la ciudad. El Cid vive en todas las azoteas de Barcelona... Ni una sola empresa de urbanización ha sido emprendida por capital catalán...
No me dirán que no ha valido la pena ¿eh? Pero volvamos al hilo. El caso es que Grandmontagne escribe sobre su viaje a Navarra y hace una extensa referencia a Julián Gayarre, el gran tenor de Roncal. Tan viva impresión me causó la lectura de esas pocas páginas, que decidí hacerme con una biografía de Gayarre. Una de las consultadas por el autor era la que publicó en 1891 Julio Enciso, gran amigo del tempranamente fallecido tenor navarro. Este verano pasé unos días en el campo con mi amigo Agapito Maestre y su familia. Me presenté en Puertollano con un delicioso queso de Roncal. Ya saben, un detalle de huésped agradecido al tiempo que -por qué no decirlo- una reivindicación del queso navarro puro de oveja frente al manchego. Recuerdo que comenté a mi amigo la inquietud que me había producido la lectura de Montagne. ¡Un queso del pueblo de Gayarre, Agapito! le decía en humorada conversación. Y pensé que yo era un merluzo por saber poco del queso y menos del tenor. Total, me hice con la obra de Enciso.Así que, liquidadas otras lecturas, ayer concluí, apenado, la de la vida de Sebastián Julián Gayarre, su nombre completo. Oiga, impresionante el personaje y el hombre.
Terminando 
Memorias de Julián Gayarre, me acordé de Salvador Dalí. Sí, sí. Dalí, viendo cercana su muerte, exclamó ¡los genios no deben morir! Algo así exclamé yo también leyendo las postreras páginas de Enciso sobre la enfermedad y muerte de Gayarre. Fue grande, el más grande; llamado senza rivali. El mejor tenor del mundo, aclamado con delirio en los grandes escenarios de Europa y América. Pero la persona bajo el personaje no le venía a la zaga. Liberal, humilde en la plena conciencia de su poderío artístico y sencillo. El más famoso y mejor pagado tenor del mundo, todos los veranos volvía a su pueblo natal, a Roncal, por el que sentía delirio. Jugar a pelota, estar con su familia y paisanos, calzar alpargatas, subir montes... Nunca el éxito le embriagó. Aquí copio unos párrafos de las memorias de Julio Enciso para así afilarles los dientes a mis cuatro lectores. Atentos.
Estando en París, durante la Exposición de 1889, nos habló mucho de estos contratos a su sobrino y a mí. –¿Y qué piensas hacer? –le preguntamos.–Os voy a hablar con franqueza –nos dijo–. No sé en la actualidad cómo estoy de voz y de salud; necesito ver cómo me encuentro cuando cante este invierno en Madrid. Si estoy bien, acepto el contrato de mi amigo y antiguo empresario Ferrari, y en abril o mayo me marcho a Buenos Aires (...) Tengo ya una fortuna, cuya renta nos da más que suficiente para mí y para vosotros, que sois mi familia. He hecho en Roncal cuanto puede hacer un buen hijo por el pueblo en que nació. Réstame sólo hacer algo por España; sé perfectamente que la gloria del cantante concluye con su última nota, y yo quiero dejar a mi patria un recuerdo que conserve mi nombre. Pues bien: iré a América y será para no volver de ella hasta reunir por lo menos una suma de dos millones de pesetas, que creo que la haré pronto si me encuentro bien y Dios me ayuda. A mi regreso canto en Madrid una función a beneficio de los pobres, que será mi despedida para siempre de la escena, y con el capital íntegro de dos millones que haya traído de América, fundo un gran centro de enseñanza en Madrid para los muchos jóvenes pobres e inteligentes que por falta de recursos no pueden seguir una carrera, y cuyo establecimiento haré llamar Instituto Gayarre."
Pero la muerte, ay, cortó sus planes. En este deseo de Gayarre cabe destacar el hecho de que su visión –hacia finales del siglo XIX– alcanzara a la promoción social de jóvenes sin recursos –pobres como él mismo lo fue– y no se quedara en el mero reparto de limosnas o sopas bobas, que tantas veces no han hecho otra cosa que afianzar a los pobres en su condición. Y es que nunca olvidó su origen humildísimo. 
Pero lo primero y mayor que te encargo es que si llegase a sucederme una desgracia, muera donde muera, me llevéis a Roncal. Quiero, sobre todo, descansar en el pueblo donde he nacido y al lado de mis padres y hermanos. Ya conoces mis ideas y mi modo de ser: no quiero entierro de bombos ni grandezas, sino humilde y sencillo, como corresponde a una familia de pobres labradores a la que pertenezco. Así lo dispongo aquí.
En el verano de 1888, a menos de dos años de su muerte, durante una de las excursiones que gustaba hacer por los alrededores de su pueblo natal durante sus estancias veraniegas, Gayarre rompe a llorar sentado en una roca. Enciso pregunta la razón de su aflicción. La contestación de Gayarre.
Acá venía a trabajar esta tierra con mi padre y mis hermanos: acá nos traía mi buena madre en un cestillo el puchero de habas y el pedazo de pan que componían nuestra comida. Aquí, bajo esa roca, dormía tranquilo muchas noches, aguardando el amanecer para volver al trabajo en los días de siega. ¡Y qué feliz era entonces!... Entonces era pobre, sí, muy pobre; pero tenía madre, padre, hermanos. Hoy soy rico, millonario; pero ¿dónde están todos aquellos seres queridos?... Ni uno solo vive. ¡Pues no he de llorar!...
Éxito, fama y adulación, no le desarraigaron ni le hicieron perder la serenidad a este humilde vasconavarro de Roncal. Algún parrafito más. Se trata de un fragmento de la carta que Gayarre escribió al autor de estas memorias, Julio Enciso, el día 23 de febrero de 1884 desde París, donde había cosechado éxitos apoteósicos de público y crítica. Se sucedieron los homenajes y las distinciones en el vecino país. Comienza el párrafo en modo irónico. 
Tengo que contentarme con las amistades de los Condes, Duques, Marqueses y algún pobrete como Rothshild, que me persiguen para que vaya a su casa, y con la excusa dar una soirée a la aristocracia, cueste lo que cueste. Afortunadamente, todo esto no cambiará mi carácter, y por encima de todo, mis amigos serán mis amigos, y ninguno como tú y aquellos que siempre me han querido bien; primero y sobre todo porque los quiero yo, y segundo, porque estas gentes, el día que no tenga voz o pase de moda, no se volverán a acordar de mí. Por eso doy a su amistad el justo precio que vale , lo mismo que ellos a mí. A Dios gracias, no soy tan negado que no sepa apreciar las pompas de este mundo en su verdadero valor.
Amén, digo. Y remato con unas líneas sobre sus últimas horas.
Por la tarde se rehizo algo el enfermo, y parecía tener nuevos bríos. Estando en su cuarto con Gregorio, Gabriela, Fermina y Evarista, se incorporó un momento y nos dijo: No tengo miedo a morir: si ha de venir la muerte, que venga cuando quiera; pero ver de buscar a aquel... No se acordaba del nombre, y nosotros se lo recordamos: era el doctor Sánchez Ocaña por el que preguntaba. (...) Cuando ya caía la tarde y empezaban las primeras sombras de la noche, nos pidió un espejo, se incorporó un poco y se miró muy tranquilo un rato, diciendo luego: pues no tengo la cara tan desfigurada como pensaba. Creía estar peor. A la una de la noche, conociendo ya su próximo fin, estrechaba la mano a su idolatrado sobrino Valentín, en señal de despedida eterna, indicándole que se retirase, y luego añadió: ¡Es muy joven para ver esto! (...) Quedose muy postrado, oyéndose sólo el estertor de su agonía. El último momento estaba próximo. ¡Fernando...! ¡Fernando!– dijo. Y expiró.
Fernando, de la ópera La Favorita, era probablemente su personaje más querido. Julián Gayarre, además de un ídolo musical, un tipo digno de conocerse.

04 octubre 2008

Complicidades. Diario de Navarra 07.10.2008

La noticia de que en el instituto pamplonés Iturrama se celebró un homenaje a dos etarras con parafernalia de fotos, cánticos e ignoro si de camisas pardas, me produce indignación y seguidamente reflexión: qué impulsa a veinte menores a cometer un acto tan reprobable, tan delictivo por otra parte. Por cierto, a Educación le parece delictivo ahora que ha trascendido al público conocimiento y no antes. Lamento que el consejero diga: “El centro ha tratado de mantener el tema dentro de su ámbito, pero ha trascendido y son conductas que no podemos admitir. (...) porque, a primera vista, lo ocurrido es un delito". Pues eso, que porque ha trascendido. Si en lugar de enaltecer el terrorismo hubiesen incendiado una clase ¿se habría avisado a la policía? Sospecho que sí. Tenemos poca convicción y demasiados complejos. Además, fíjate ¡pobres chavales! hijos de su ambiente, de sus padres... Pero en la nómina de detenidos o buscados por terrorismo, hay ex alumnos de ese instituto. Si uno de esos “pobres chavales” ingresa en Eta para hacer de las suyas ¿será delito? ¿O siempre que no trascienda a la opinión pública no lo será? ¿Es mejor esperar a que esos “pobres chavales” cumplan veinte años y un par de muertos para avisar a la policía? Encuentro un cierto desarme cívico y moral en esas declaraciones.

Vuelvo a la pregunta de qué impulsó a esa veintena de alumnos. Creo que alguien -padres, amigos, educadores, medios de comunicación, partidos políticos...- colaron en su educación la legitimación del terror mediante la elevación al absoluto de la delirante nación vasca, sojuzgada por la pérfida España, of course. La salvaje idea de que todo cuanto obstaculice el advenimiento de la ensoñación del protonazi Arana hay que abatirlo. La mentira de que los etarras son guerreros de una épica euscalerríaca muertos en el campo del honor vasco. En esta lógica los asesinos son “las otras víctimas” que se contraponen a las víctimas del terrorismo y que tras la resolución de eso que llaman “el conflicto” -en modo favorable a la construcción nacional de Euskalerria, sí o sí- constituirán un balance de saldo cero en términos políticos y morales. Al cabo no habrá buenos ni malos. Desde esos supuestos ensalzaron los alumnos a quien muere intentando matarnos a bombazos y a un dirigente de la cosa de matar. Si mal no recuerdo, Aurelio Arteta denunciaba hace unos meses en las páginas de Diario de Navarra aquello de que si ANV era cómplice de Eta, los nacionalistas que defienden su presencia en las instituciones y que se valen de ellos en las mismas, son cómplices de ANV. Cómplices de los cómplices, titulaba. Ahora la justicia nos dice lo que ya sabíamos, que ANV es la Eta misma. Medite el sagaz lector sobre si al artículo del buen Arteta le sobra uno de aquellos “cómplices” en su título y así la verdad se explaya total y libremente.
Como sobre complicidad política del nacionalismo dizque democrático con actos como los del instituto -y muchos peores- voy hablando, copio unas líneas de los estatutos de Aralar, formación liderada por Patxi Zabaleta y buque insignia de Na Bai. “ARALAR es un movimiento político y social vasco que tiene como objetivos: 1. La independencia nacional de Euskal Herria, negada hoy por los Gobiernos de España y Francia...” “Ante el conflicto que sufre Euskal Herria, y a fin de superar la violencia generada por ese conflicto, ARALAR impulsa la paz. Esa pacificación debería conllevar, además de la amnistía de los presos/as, una indemnización a todos/as los/as víctimas por el conflicto de uno y otro lado.” Eso. ¿Recuerda el lector aquello de “un gobierno de progreso para Navarra”? Pues era con estos compañeros de viaje.