Escapar

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El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

19 enero 2009

Ha muerto Matilde Sáenz de Tejada

La noche de ayer domingo día 18 de enero murió Matilde Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla, de 87 años de edad. Era viuda de José Luis Prieto García, Teniente Coronel del Ejército y jefe de la Policía Foral. Fue matado a tiros por Eta el 21 de marzo de 1981 junto a la Parroquia de Nuestra Señora del Huerto de Pamplona. Acudía a misa en compañía de la ahora fallecida que fue testigo directo del asesinato de su marido. Hace ya unos años que la salud de esta buena mujer era delicada y por ello salía muy poco. Yo bromeaba con sus hijas diciéndoles que su madre gozaba de una mala salud de hierro, pues siempre que me interesaba por ella invariablemente respondían que andaba por casa pocha y lo mismo informaban en siguientes ocasiones. Y así una y otra vez. Me confié y absurdamente nunca pensé que Matilde pudiera morir. Pocas horas antes de terminarse, una de sus hijas, Paz, me anunciaba la inminencia del final del camino terrenal de su madre. Y me recordó esa expresión en mis bromas a cuenta de Matilde, lo de la mala salud de hierro, la que se agotó ayer. En casa, junto a sus hijos y con sencillez, al uso familiar, se ha marchado con los nuestros al encuentro del Padre.
En una ocasión escuché a Paz su relato personalísimo de aquel día de 1981 en el que la sola voluntad asesina de Eta arrancó a su padre de entre nosotros. Decía que cuando escuchó las negras noticias de que algo le había ocurrido, corrió al lugar en donde aún estaba Matilde junto al cuerpo sin vida de José Luis, rodeada de los transeúntes y parroquianos que se acercaron a ofrecer consuelo en los momentos inmediatos a la atroz escena. En medio del aturdimiento Paz preguntó a su madre dónde estaba el padre. Y mientras pronunciaba la pregunta casi tropezó con su cuerpo sin vida tendido en la acera. Paz confesó que era la primera vez que contaba aquel detalle del tropiezo que, de pronto, era importante. Esos detalles que uno guarda atascados durante décadas y que un día, sin saber muy bien por qué, salen clarificadores al tiempo con un llanto de consuelo, pagador de una deuda de amor filial. Fue el encontronazo físico que daba trágica respuesta a su pregunta, la cruel confirmación de los temores que Paz fue acumulando mientras corría el camino desde la casa familiar hasta el lugar del asesinato. El brutal borrado de la siempre superviviente esperanza que aguardaba en algún rincón de su corazón, no ocupado por aquel temor aterrorizante que le invadió durante el trecho hasta la acera donde el padre yacía sobre un charco de sangre.

Parecerá una tontería, pero ayer noche caí en cuenta. Existen otras aceras como la mía y una es la de Matilde. Los Prieto-Sáenz de Tejada tienen una acera en Pamplona donde fueron hechos víctimas, como los Ulayar-Mundiñano tenemos la nuestra en Echarri Aranaz, de donde arranca esta pobre acera blogosférica y filial. Matilde la dejó definitivamente. Ya descansa en paz y felicidad con el Padre, junto a José Luis. Y he aquí nuestro gran consuelo: ¡el rostro de Dios!