Escapar

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El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

21 enero 2009

El discurso de Obama

El presidente de los EEUU ha pronunciado su primer discurso en el cargo. Algunos lo critican por demasiado etéreo, porque no concreta más, porque no baja de la enunciación de grandes principios. Y yo me pregunto qué es lo que pretendían escuchar sino los grandes principios que Obama se impone públicamente como guías para afrontar la complicada tarea de gobernar la primera potencia mundial. Supongo que nadie esperaba una chapa rellena de detalladas previsiones de tecnócrata en el campo de los presupuestos de educación o defensa, desarrollándolos epígrafe a epígrafe, partida por partida. Ya tocará; mañana mismo toca, pero ayer tocaba otra cosa. Así que esa crítica no parece procedente en estos momentos.
Por tanto, fijándome en lo dicho en su investidura, el discurso de Obama me ha gustado. Resulta patético el paralelismo que algunos han hecho en España entre Obama y ZP. Patético o malvado; o ambas cosas a un tiempo, no lo sé. Con el odio a George W. Bush por montera, los medios más zapateristas y laicistas han saludado esta victoria como propia. Nada de eso. Y para ello no hace falta más que dedicar unos minutos a leer lo dicho por el nuevo presidente americano. Empezando por agradecer a su antecesor los servicios prestados (igualico que aquí), ha hablado de la relación con los demás países, del liderazgo de los EEUU, de la guerra contra el terrorismo y de la defensa de la forma de vida norteamericana, de la pobreza, de la necesidad de vigilancia sobre el mercado porque puede descontrolarse. También de una salida ordenada (se habla de 16 meses, veremos) de Irak; de ecología, del trabajo la honestidad y la valentía como método para sacar adelante el país, etc. Y todo desde una visión clara: los valores cívicos, políticos y religiosos, son los fundamentos de la idea de sociedad y de la acción política y de gobierno.
En España, donde derecha e izquierda proscriben cualquier idea de lo religioso en el discurso político, eso es un pecado imperdonable. Pero al otro lado del Atlántico es una imprescindible fidelidad a la, también reivindicada en el discurso, tradición de los antecesores del pueblo norteamericano. “Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de norteamericanos.” Alguien me dirá que los políticos españoles acuden a actos oficiales con ceremonia religiosa. Pero no me refiero a ese cartón piedra. Obama habla de que son “una nación joven, pero, según las palabras de las Escrituras, ha llegado el momento de dejar a un lado los infantilismos.” En otra parte anima a llevar adelante “esa noble idea que ha pasado de generación en generación: la promesa divina (!!!) de que todos son iguales, todos son libres y todos merecen la oportunidad de alcanzar la felicidad plena.” Pásmese el lector atiborrado de los prejuicios que le han ido despachando últimamente. “Esta es la fuente de nuestra confianza, el saber que Dios nos llama a dar forma a un destino incierto.” “...y con la vista puesta en el horizonte y la gracia de Dios encima de nosotros, llevamos aquel gran regalo de la libertad...” Y ¿cómo termina? “Gracias, que Dios os bendiga, que Dios bendiga a América.” ¿Lo dudaban?
Algunos dirán que estas referencias religiosas son una suerte de casticismo americano, sin más al fondo. Nada de eso. Las intenciones que anuncia Obama están verdaderamente atravesadas por la integración de política y fe, entroncadas con una tradición bien viva en su pueblo. Hágame caso y léase el discurso. En meses o años iremos juzgando sus obras, claro. Pero eso ya es otra cosa.