Escapar

<b>Escapar</b>
El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

27 mayo 2008

Temprano, María, temprano


El discurso de Rajoy sobre Educación para la Ciudadanía ha sido que es una cuestión planteada innecesariamente por Zapatero y que genera división. A la gente le interesa mucho más el precio de los garbanzos. Respecto al matrimonio entre homosexuales también ha dicho que es una cuestión planteada innecesariamente por Zapatero y que genera división. A la gente le interesa mucho más el precio de los garbanzos. Ante los ataques a la Iglesia Rajoy terció diciendo que es una cuestión planteada innecesariamente por Zapatero y que genera división. A la gente le interesa mucho más el precio de los garbanzos. Básicamente Rajoy no se ha mojado en ninguno de estos temas. No ha liderado nada. Es decir, su posición ha sido estratégica en beneficio de no sabemos qué posicionamiento ideológico.

Cuentan que en la ponencia política preparada por Lassalle para el congreso de Valencia, ni se menciona el humanismo cristiano. Y hombre, no digo yo que Rajoy deba ser un tipo de comunión diaria, no. Allá él con sus cosas. Se trata de preservar un referente primordial que, más allá del hecho religioso, contiene valores fundamentales que sostienen nuestra forma de vida. Esos valores no cuelgan de la nada, es preciso reconocer su origen. El mapa de las libertades coincide con la huella cristiana. La dignidad de la persona, sus derechos y sus deberes. La igualdad de oportunidades y ante la ley, la no discriminación por lugar de nacimiento, credo, raza, sexo, ideología política…

Ahora el caso de María San Gil, que es el que ha destapado una deriva estratégica de Rajoy hacia el entendimiento con los nacionalistas. Es decir, a repetir los errores de los partidos nacionales durante los últimos treinta años. A mi entender, lejos de arrimarse a los separatistas para tocar poder, la solución pasa por liderar la idea de la nación española como único ámbito de libertad del ciudadano. Contraponer la nación española de libertad, a nacioncillas falsas cuyos supuestamente conculcados derechos (los de una lengua, un territorio, un difuso pueblo sojuzgado…) se sobreponen a los del ciudadano: estudiar en castellano en España, tener la misma educación en cualquier comunidad autónoma, la misma sanidad, la misma seguridad... Salvaguardar la lengua común que sirve de herramienta de libertad, además de argamasa consolidadora, frente a la lengua del pequeño lugar, de gran utilidad para la construcción de mentiras nacionales, amén de marginaciones del ciudadano que se resista al plan constructor. Y si no se gana con este mensaje, mala suerte. A por otro líder más capaz, que para parecerse a otros partidos ya están los otros partidos.

Así que, si Rajoy flojeaba en lo expuesto inicialmente y ahora modifica su estrategia haciéndola pasar por el entendimiento con los nacionalistas… Rajoy no ofrece nada tan distinto, así de claro. Resulta patético escuchar a varios dirigentes del aparato en estos días. Gallardón hablaba de invitar a los nacionalistas a un proyecto común. Sí, sí, decía invitar. Parece que hasta la fecha nadie, salvo el alcalde de Madrid, había tenido un rapto de inteligencia tal: se trataba de invitarlos y ya está. ¿Invitarlos a qué, señor Gallardón? Es que ya se han tomado todas las rondas, hombre. También apeló a un cambio que haga que ciertos votantes de izquierda no se sientan agredidos. Es alucinante ver cómo, los motejados de agresores, compran la mercancía del equipo mediático habitual zapaterino.

La señora Cospedal se refirió al acercamiento a los nacionalistas en términos fantásticos. Lo condicionó a que no sean excluyentes ni separadores. Joder, como que son secesionistas y ahora más que nunca. Hasta los hay comprensivos con Eta y sus brazos políticos. Digamos que Cospedal fingió creer que existen esos nacionalistas benéficos y no lo que la experiencia de treinta años nos enseña: Pacto de Estella, Pacto del Tinell, Perpignan, Plan Ibarretxe y su consulta entre tiros y bombas, sin libertad; nacioncillas, discriminación lingüística, oposición a la Ley de Partidos y Pacto Antiterrorista con lo que ello tiene de cobertura del terror, permanente rechazo de la nación española y sus símbolos, etc. Vamos, el habitual negocio nacionalista que tan bien conocemos y que Cospedal no quiere recordar en su discurso. En fin, se dice cualquier memez a la sombra del jefe con tal de salir en la foto. Remata el cuadro Núñez Feijoo no descartando pactar en Galicia con el BNG. Pero tranquilos, que todo es estratégico, dicen. Pero tarde o temprano uno termina siendo lo que hace y no lo que piensa, don Mariano.

Y nada, sigue el tararira de que María San Gil está manipulada, es decir, que la hasta ahora heroína torna en gilipollas, que toma pastillas y así, que el texto que finalmente se propone es el suyo, que no ha explicado su espantá. Hasta hay un periódico que sugiere difusos motivos económicos para su salida del PP del País Vasco. Murga basurienta, tipo a la operación contra Nicolás Redondo. A María le presentaron un primer texto infumable. Luego le mandaron a pelear con Lassalle puntos trascendentales relativos al concepto de nación, discutible a lo que se ve. Sólo cuando María se plantó tragaron con sus posiciones en el texto; pero para taparle la boca. “Si pone lo que ella quería”, machacan. Es decir, fueron a medir hasta dónde se podía llegar. Esto recuerda a Groucho Marx y aquello de los principios: si no te gustan estos tengo otros, María. ¿Por qué no publican el primer texto del señor Soria?
Así que San Gil no se fía de Rajoy y su equipo. Me inquieta que el argumento de la pérdida de confianza en el líder, a muchos no les parece motivo suficiente para plantarse. ¿Qué es la política sin confianza en tu líder? Un ejercicio funcionarial. Y esa mujer vasca no lo es, gracias a Dios. Lo peor de la crisis pepera es que el gallego no parece capaz de arreglarla, ojalá me equivoque. El cadáver político desafía a los descontentos, enrocado en un sistema de elección que le beneficia. El mal está hecho y aunque Mariano gane el congreso de Valencia, no gana. Y no le importará ganarlo con el aval que, temprano, demasiado temprano, le entregó María San Gil.