En marzo de 2004 y tras los terribles atentados de Madrid, la Unión Europea decidió que el 11 de marzo pasaría a ser el DÍA EN MEMORIA Y RECUERDO DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO. De este modo el Parlamento Europeo quiso mostrar su cercanía con quienes han sufrido de modo directo el terrorismo. Las bandas terroristas y sus brazos dizque políticos, pretenden destruir nuestras libertades y las instituciones que las garantizan. Para ello matan a ciudadanos por el hecho de no compartir su ideología; miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado y militares que trabajan al servicio de nuestra seguridad y bienestar; o a niños y ciudadanos anónimos simplemente para llevar el amedrentamiento y el miedo hasta los últimos rincones de nuestras sociedades.
Hoy recordamos a todas esas víctimas, porque sólo recordando el pasado y a quienes más caro lo pagaron, obtendremos mayor garantía de un futuro en creciente libertad, exento de la amenaza terrorista y de sus negras coartadas ideológicas o supuestamente políticas. La flaqueza de memoria puede arrastrarnos, tanto a ciudadanos como a gobernantes, a caer en errores ya cometidos que no debemos repetir y que, al cabo, alimentaron formas de legitimación social de los terroristas. Y a los enemigos de la libertad ni agua. No debemos olvidar a quienes han quedado tendidos en el camino. A nuestros muertos y heridos, a las familias rotas... Las víctimas han sido sacrificadas en el altar de la democracia. No han sido acontecimientos desgraciados de los que la fatalidad depara, sino que las han hecho víctimas por la sola voluntad asesina del terrorista que persigue así imponernos a todos nosotros, los ciudadanos, postulados totalitarios que atacan la raíz de nuestro sistema de convivencia y libertades.
Quienes han sufrido directamente la barbarie, no constituyen un difuso "ellas" -las víctimas- que ocupan una región extraña, un friso intangible y ajeno. Debemos percibir a las víctimas como parte de un "nosotros" ciudadano y concreto, decidido a no ceder un paso ante los terroristas y ante quienes de diversas maneras les apoyan y justifican. He ahí la tarea de cualquier ciudadano que decide ser libre. Más allá de los sentimientos, más allá del cariño hacia ellas, nuestra más genuina deuda con las víctimas del terrorismo es de naturaleza cívica política y no es otra que la consecución en España y en toda Europa de nuestra propia libertad. El compromiso ciudadano con las víctimas sólo es si pasa por la defensa de nuestra libertad. ¿Tiene algún sentido el homenaje a su memoria, valen de algo las lágrimas, si soslayamos los porqués de su sacrificio? Se lo debemos y nos lo debemos. Porque muchas de ellas fueron asesinadas por ejercer su libertad y defender la nuestra, creo que no soportarían vernos de otra forma que libres. Pues que así sea.
"Al cabo de un tiempo, aunque el profeta se desgañitara gritando en su piedra, nadie le hacía caso, de hecho, ya le habían robado las sandalias y la túnica, sin embargo, él seguía predicando, uno y otro día, semana tras semana.
Un día, llegó al pueblo un viajero que nada sabía ni del pueblo, ni del profeta; al verlo hablando solo en su piedra, se acercó a escuchar lo que decía con voz temblorosa; al terminar le dijo: oye, ¿estás loco? nadie te escucha, nadie te hace caso, nadie te cree ni te sigue, ¿a quién quieres convencer con tus palabras?
A lo que el profeta respondió: "No, yo no predico para convencer a nadie, yo predico para que ellos no me convenzan a mí."
27/01/1979 Mi padre, Jesús Ulayar, vasco, navarro y español, es matado a tiros en Echarri Aranaz (Navarra) por el etarra Vicente Nazábal conmigo como testigo.
La ETA calló a balazos a Jesús Ulayar con el fin de amedrentarnos a todos. Antes del asesinato, el separatismo vasco en general insultó su buen nombre y su memoria y amargó la vida de quienes quedamos, mi madre y sus cuatro hijos.
El ciudadano que quiere reconocerse tal no calla. Y no callaré.
Reportaje de Javier Marrodán sobre la familia Ulayar Diario de Navarra, 3.12.2000