
El fetiche del águila
negra que nos ha recibido va ligado a la historia también más
oscura, la de la educación en el odio a los niños y niñas en las
últimas dos generaciones. Es el signo de una idolatría fanática en
llaveros, pegatinas, pendientes, camisetas, cuadros, pinturas y
enmarcada una o cien veces en cada uno de los locales sociales y
bares donde han sido adoctrinados y reclutados....Los fetiches y las
consignas les han ayudado a deshumanizar, acosar y asesinar
sintiéndose héroes y víctimas, nunca responsables de sus actos.
Vuelvo a Etxarri Aranaz
para acompañar a los Ulayar nueve años más después de cuando nos
convocaron para entrar caminando en su pueblo. Fue en el año 2004,
25 años después del asesinato de su padre, Jesús, en 1979. Todos
los asesinos de ETA que cumplían condena, entre ellos, Vicente
Nazábal, el asesino de Jesús, fueron declarados hijos predilectos
del pueblo. Es, sin duda, un extraña singularidad local. Ellos, los
Ulayar, tuvieron que ir abandonando el pueblo.
Caminamos entonces, en
2004, en medio del vacío ambiental, hasta la sencilla casa donde
crecieron y junto a la cual asesinaron a su padre en presencia de un
niño de 13 años, uno de sus hijos. Pintamos entonces la pared de la
casa de azul cielo, como un acto de reparación y desagravio y
estampamos nuestras manos con pintura blanca porque nosotros no
matamos. Las manos permanecían esta mañana allí, ajadas, pero
sobre ellas han aparecido hace pocos días tres nuevas pintadas de
los fanáticos de la patria vasca. Una llama a seguir matando hasta
conseguir sus objetivos políticos; otra reivindica a ETA militar,
indicando literalmente “¡ETA y nada más!” y la tercera muestra
la alucinación histórica al indicar “conquistadores españoles
fuera”.
Un puñado de amigos
hemos acompañado hoy a la familia Ulayar. Se nos han unido algunos
de los vecinos justos de Etxarri. Antiguos pacifistas que también
sufrieron amenaza de muerte por rechazar los asesinatos de ETA. Hemos
repintado de un azul esta vez más claro –por azar- la pared, con
la leve interrupción de una voz anónima que ha gritado malhumorada
a distancia un “ya os vale” cargada de rencor. ¿De qué nos
vale?¿de estar vivos acaso, de haber sobrevivido física y
moralmente a la persecución?¿de indicar con nuestra presencia que
el alma social de Etxarri Aranaz no se quiere asomar al espejo de su
insensibilidad y crueldad?
Cuando ha secado la
pintura, hemos vuelto a imprimir las manos blancas con emoción
contenida, con el respeto debido a la dignidad humana vulnerada y
ofendida tan profundamente en ese lugar, dejando un par de franjas
con las manos blancas de entonces, como rastro geológico de nuestro
compromiso frente a la infalible falta de ética y de decencia de
los líderes locales que, como poco, han intoxicado de odio, de
fanatismo y de violencia a los chicos que están orgullosos de la
herencia de muerte.