Escapar

<b>Escapar</b>
El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

18 septiembre 2013

Regreso a Etxarri Aranatz, por Maite Pagazaurtundúa Ruiz - Diario de Navarra, 15.09.13

La niebla envuelve el valle y desde el alto de Lizarraga parece un mar de nubes. Huele a otoño. La Sakana es dura y hermosa. La entrada al pueblo está anunciada por tres mástiles que portan tres grandes banderas: la de Navarra, la de Euskadi, y una, rescatada del pasado para jugar al mito. Esta es la que más ha gustado al mundo de ETA en los últimos años: una bandera de fondo amarillo con un águila negra, conocida como arrano beltza –‘aguila negra’ en lengua vasca-. El pueblo dormita en sábado, algún bar está abierto, los tenderos hacendosos sacan el género fresco en alguna tienda de comestibles.

El fetiche del águila negra que nos ha recibido va ligado a la historia también más oscura, la de la educación en el odio a los niños y niñas en las últimas dos generaciones. Es el signo de una idolatría fanática en llaveros, pegatinas, pendientes, camisetas, cuadros, pinturas y enmarcada una o cien veces en cada uno de los locales sociales y bares donde han sido adoctrinados y reclutados....Los fetiches y las consignas les han ayudado a deshumanizar, acosar y asesinar sintiéndose héroes y víctimas, nunca responsables de sus actos.

Vuelvo a Etxarri Aranaz para acompañar a los Ulayar nueve años más después de cuando nos convocaron para entrar caminando en su pueblo. Fue en el año 2004, 25 años después del asesinato de su padre, Jesús, en 1979. Todos los asesinos de ETA que cumplían condena, entre ellos, Vicente Nazábal, el asesino de Jesús, fueron declarados hijos predilectos del pueblo. Es, sin duda, un extraña singularidad local. Ellos, los Ulayar, tuvieron que ir abandonando el pueblo.

Caminamos entonces, en 2004, en medio del vacío ambiental, hasta la sencilla casa donde crecieron y junto a la cual asesinaron a su padre en presencia de un niño de 13 años, uno de sus hijos. Pintamos entonces la pared de la casa de azul cielo, como un acto de reparación y desagravio y estampamos nuestras manos con pintura blanca porque nosotros no matamos. Las manos permanecían esta mañana allí, ajadas, pero sobre ellas han aparecido hace pocos días tres nuevas pintadas de los fanáticos de la patria vasca. Una llama a seguir matando hasta conseguir sus objetivos políticos; otra reivindica a ETA militar, indicando literalmente “¡ETA y nada más!” y la tercera muestra la alucinación histórica al indicar “conquistadores españoles fuera”.

Un puñado de amigos hemos acompañado hoy a la familia Ulayar. Se nos han unido algunos de los vecinos justos de Etxarri. Antiguos pacifistas que también sufrieron amenaza de muerte por rechazar los asesinatos de ETA. Hemos repintado de un azul esta vez más claro –por azar- la pared, con la leve interrupción de una voz anónima que ha gritado malhumorada a distancia un “ya os vale” cargada de rencor. ¿De qué nos vale?¿de estar vivos acaso, de haber sobrevivido física y moralmente a la persecución?¿de indicar con nuestra presencia que el alma social de Etxarri Aranaz no se quiere asomar al espejo de su insensibilidad y crueldad?

Cuando ha secado la pintura, hemos vuelto a imprimir las manos blancas con emoción contenida, con el respeto debido a la dignidad humana vulnerada y ofendida tan profundamente en ese lugar, dejando un par de franjas con las manos blancas de entonces, como rastro geológico de nuestro compromiso frente a la infalible falta de ética y de decencia de los líderes locales que, como poco, han intoxicado de odio, de fanatismo y de violencia a los chicos que están orgullosos de la herencia de muerte.