Escapar

<b>Escapar</b>
El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

11 marzo 2010

Artículo de Víctor Manuel Arbeloa
Diario de Navarra, 11.03.10

Cuelgo aquí este magnífico artículo de Victor Manuel Arbeloa, publicado hoy día 11 de marzo de 2010 en Diario de Navarra. Andemos con cuidado de no ocultar de diversas maneras a la víctima del terrorismo y al crucial asunto de su significación po-lí-ti-ca. Que no las mataron por simple maldad y sin objetivo político. Cuidémonos de mostrar a la víctima sólo como "herido", tapada de flores, loas. Y todo ello aunque haya víctimas que no lo sepan o no lo quieran saber. O, precisamente, más aún por ello. Procuremos la justicia política que, además de la penal, exige tanto asesinato y tanto dolor infligidos en abundancia por el terrorismo contra la Nación.


Víctimas del terrorismo
(Una autocrítica)



Acabo de leer el libro, recién publicado, casi enciclopédico (1.300 ps), escrito por Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García Rey, prologado por Fernando García Cortázar, Vidas rotas: Historia de los hombres, mujeres y niños víctimas de ETA. Se basa también en muchos otros libros y trabajos, como el nuestro sobre Tomás Caballero, o el dedicado a Jesús Ulayar, todos bien citados. Se completa con un buen servicio de gráficos, tablas y mapas.       

Lo mejor: las biografías, breves o extensas, de las 857 víctimas mortales de la banda terrorista ETA desde 1960 hasta hoy. Lo peor: las introducciones, muy breves, a cada período, poco o nada críticas en general, ni siquiera al último "proceso de negociación"; muy dentro de la "corrección política" habitual, que de varias formas aquí en la obra se critica, y que me parece una grave contradicción y falta de respeto a las víctimas y a los lectores del libro.

La lectura y relectura de lo mejor del mismo me ha llevado a componer esta autocrítica general: general por razón del método y por mi convicción de que todos, más o menos, mucho o poco, tenemos que confesar nuestras equivocaciones y mostrar públicamente nuestro arrepentimiento.

Nos equivocamos grandemente, "históricamente", cuando:

  • desde el comienzo de la actuación de la banda terrorista, la elogiamos, la obedecimos, o, al menos, nos callamos y no la condenamos;
  • desde el comienzo del terrorismo etarra la confundimos con una mera reacción al último franquismo, sin ver más perspectiva histórica y política; 

  • nos fijamos, sólo o principalmente, en nuestro propios intereses, facciosos o partidistas y no en las víctimas del terror; 

  • o vimos aquella partida de la muerte como una esperanza para el futuro de Euskadi y hasta de toda España; 

  • dimos en llamar demócratas a quienes condenaban, sí, los crímenes, pero a renglón seguido, durante años, se oponían a cualquier medida legal contra sus autores; 

  • confundimos la natural y humanitaria disposición al diálogo y a la negociación con el más perverso ardid de los independentistas terroristas para conseguir sus fines, engañando a los incautos; 

  • alardeamos de tolerancia, cuando la nuestra era sobre todo falta de identidad, de dignidad y de ideas claras; 

  • buscamos en una historia manipulada las seudorazones ("conflicto vasco") para justificar nuestro patriotismo ("abertzalismo") y/o partidismo por encima de la moral universal; 

  • nos avergonzamos de nuestra tradición evangélica, puesta al día por el Vaticano II, y preferimos otros credos llamados modernos o progresistas más de moda; 

  • no vimos o vimos demasiado tarde que contra quien golpeaba ETA era contra España y todo lo relacionado con ella, comenzando por los españoles de carne y hueso; 

  • no fuimos capaces de relacionar la tibieza de largos sectores de la población frente al terrorismo independentista vasco con la tibieza de una conciencia nacional española, al revés que en Francia, Italia, Inglaterra o Estados Unidos de América; 

  • caímos en las groseras trampas de que ETA mataba por matar, era una banda de locos, asesinaba por azar, o tenía como objeto principal la democracia (oh, qué antidemócratas.); 

  • olvidamos que defender y honrar a las víctima del terror era defender y honrar asimismo la civilización, la cultura, la nobleza más alta de la humanidad; 

  • olvidamos en fin, y seguimos olvidando, no sólo a los asesinados, heridos, exiliados, extorsionados, y a todos sus allegados, sino a cientos, miles, de amenazados, odiados, insultados, mal vistos, aislados, silenciados. ahora mismo en muchos lugares de Euskadi y Navarra por el extenso entorno político de la banda, que hace sus veces, siempre que puede y allí donde nuestra cobardía y nuestra insensatez se lo permite.