Escapar

<b>Escapar</b>
El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

28 abril 2012

Conferencia VCT Hotel Emperador de Madrid - 21.04.12
Mi intervención

Ustedes, todos ustedes, son víctimas del terrorismo. Es verdad que las que comúnmente conocemos como víctimas del terrorismo son personas que han sufrido directamente un atentado, así como sus familiares más próximos: viudas, huérfanos, padres, hermanos, etc. Pero es preciso aclarar que los españoles en general somos víctimas del terrorismo. Incluso aquellos que no lo saben. Así que a todos nos concierne la tarea de no callar ante el engaño en este terreno. La vida de nuestra nación -todos nosotros en convivencia- ha sido sangrienta y dolorosamente condicionada por los ataques del terror a lo largo de estas últimas décadas.

Muy especialmente en el País Vasco y Navarra. La democracia nunca llegó allí en el mínimo grado exigible. Desde el inicio, los separatistas y el terror ocuparon el espacio público a sus anchas, mientras los odiosos españolistas éramos arrinconados, coaccionados y asesinados ante una gran inacción de instituciones, partidos democráticos y la sociedad en general.

Todos los asesinados lo fueron con el objetivo de atacar nuestra nación, nuestra democracia y nuestra libertad. Además, muchas víctimas fueron matadas o heridas porque defendieron valiente y abnegadamente la nación, la libertad, nuestro sistema de convivencia y sus instituciones. En demasiadas ocasiones vivieron y murieron aquellos terribles años de plomo totalmente desasistidas por esas mismas instituciones que defendían.

Tal situación permitió que la sociedad en el País Vasco y Navarra viviera bajo una bota terrorista que la ha ido ahormando. Y en ello ha participado el llamado nacionalismo moderado mirando para otro lado, al tiempo que aprovechaba la sangrienta coyuntura para ocupar el espacio público político que dejaban sus oponentes eliminados por la banda terrorista ETA, que los atemorizaba y mataba, con toda comodidad, cuando y como quería.

En ese ambiente opresivo y atroz, muchos hijos del nacionalismo vasco dizque moderado dieron en ser batasunos, proetarras, cuando no pistoleros. Así mismo, muchos hijos de quienes no eran separatistas ni nacionalistas terminaron por cruzar la raya pasando al rebaño separatista; posición mucho más cómoda en esa sociedad dominada por el euskonazismo en cuyas calles, escuelas, bares, empresas, plazas o supermercados, no se podía opinar ni hablar de política, cultura o de casi cualquier tema libremente. Hablar demasiado de manera inconveniente representaba un riesgo cierto de muerte civil e incluso física.

Así, el único discurso era el separatista. De ese modo, a lo largo de los años, el voto a los partidos españolistas se ha ido reduciendo dramáticamente. A tiros, exactamente. Tal fue el caso de nuestra familia, de mi padre, Jesús Ulayar, en nuestro pueblo navarro de Echarri Aranaz. A mi padre lo mataron porque la ETA temió que presentara su candidatura a las elecciones municipales de 1979: tenía posibilidades de hacerse con la alcaldía. Tras su asesinato en aquel contorno de pueblos solo ha existido con normalidad el discurso separatista. Hoy persiste el miedo y es mejor callar o asentir ante los bárbaros que ahora dicen arrojar la capucha para volver a disfrazarse de políticos.

Hay muchos lugares enseñoreados por los matones batasunos, que vuelven a estar legalizados y en las instituciones, sin arrepentimiento alguno y expresando orgullo por haber jalonado los años de la democracia con los cadáveres de los nuestros: más de 850 españoles. Cuando el ministro del Interior y demás políticos hablan de la ETA derrotada, no hacen sino abundar en el engaño de la ETA buena y la ETA mala. Los políticos en general, no todos, nos están colando claudicación por paz: falsa paz, digámoslo una y mil veces quienes nunca hemos estado en una guerra: no ha habido dos bandos, sino un estado obligado a defender a la nación de los ataques terroristas.

La negociación es una historia infame de legitimación del tiro y la bomba como herramienta política. Se ha llegado a la claudicación, se le ha dado poder al terror a cambio de que digan que no nos matan. ¿Para qué iban a matar si con las facilidades que se les ha dado están obteniendo óptimos resultados? Amigos, la banda sigue dominando desde la legalidad que les han obsequiado nuestros políticos aquellos pueblos y ciudades que tomaron mediante bombas y tiros sin cuento. Donde muchos hemos vivido y sufrido a chorro, donde hemos dejado a los nuestros tendidos a tiros sobre el charco de su sangre. Donde nos han perseguido antes, durante y después del asesinato por ser y decirnos españoles libres.

Durante más de tres décadas, tras cada uno de los cientos de asesinatos de la ETA, he escuchado la misma cantinela de nuestros representantes políticos e institucionales, muy especialmente dirigida a nosotras, las víctimas. Cientos de veces nos repitieron que debíamos aguantar, comportarnos como demócratas y confiar en que el Estado de Derecho iba a derrotar a la banda, al tiempo que nos ampararía. Y lo hicimos, necesitábamos confiar. Bien, ¿esta es la derrota que nos prometieron nuestros políticos? ¿La de la banda asesina instalada en una fortaleza institucional y política que jamás habría soñado hasta no hace tanto?

Parece que muchos están dispuestos a olvidarse de nuestra libertad robada a tiros y miedo, de que nuestras tierras fueron arrasadas de nazismo vasco por quienes ahora son presentados como demócratas: se olvidan de nuestros muertos. Y no hablo de mera sentimentalidad, sino de lo que es mucho más importante: de su significación cívica y política. Porque no fueron víctimas de la fatalidad, sino de ese frente separatista cuya punta de lanza es la banda terrorista ETA. Ya saben: los que agitan el árbol, sumados a los que recolectan las nueces, los separatistas dizque democráticos, que nunca lo han sido.

Pero resulta que los compañeros de la ETA en ese frente son mirados como posibles aliados políticos. Por otra parte, miembros de la franquicia etarra AMAIUR han sido recibidos entre risitas por el señor Basagoiti en su sede de Bilbao. Uno de ellos, Zabaleta, es fundador de la organización terrorista Herri Batasuna y compañero de despacho del asesino de mi padre, que nunca ha mostrado un mínimo arrepentimiento, al contrario. Nos quieren decir que quienes nunca han estado del lado de las víctimas y de la justicia, sino todo lo contrario, ahora deben estar entre nosotros de igual a igual, como si nada: pelillos a la mar. Pero ese frente separatista totalitario se viene rebozando en el barro de una tierra empapada con nuestra sangre durante décadas y, gracias al apaño con la banda,como ya he dicho, tiene más poder del que nunca había soñado.

A las víctimas que somos críticas con la actuación de este gobierno y del anterior se nos ha insultado desde el poder. La última vez lo hizo el señor Oyarzábal, hace pocas fechas. Descendiendo el último peldaño de la infamia, nos llamó ultras. Me llamó ultra. Ello con el aval de los responsables de su partido, pues ni han sido capaz de destituirlo de su cargo ni de exigirle que presente disculpas. El partido me insulta y yo le pregunto el porqué. Tiempo ha tenido para rectificar pero prefiere callar. La cobardía y el desprecio con que se han conducido tanto el señor Oyarzábal como quienes le sostienen en el cargo es evidente.

Por todo lo expuesto, es más que justo que las víctimas alcemos la voz ante el apaño de Zapatero con la ETA que en estos momentos gestiona Rajoy. Que no nos engañen con el argumento de que, como la serpiente tiene votos, no se la puede ilegalizar: esos votos fueron conseguidos mediante la sangrienta dictadura del terror y son radicalmente ilícitos. Esos políticos falsarios tienen la desvergüenza de repetir una y otra vez que la ETA está derrotada.

Nos están vendiendo como un éxito de la democracia la claudicación, la continuidad del proyecto totalitario y de odio a España que representa todo el entramado de la banda terrorista ETA y sus compañeros de viaje, para cuyo objetivo de romper nuestra nación han matado a más de 850 españoles: con la pistola y con el escaño.

Me gustaría concluir resumiendo en estos cuatro puntos:

1º La negociación con la banda es inmoral y además una torpeza. Con el Pacto Antiterrorista en vigor la ETA estaba a un cuarto de hora de palmarla. La negociación le ha dado la vida.

2º Las víctimas no son un “ellas” sino parte de un “nosotros”: la nación española. Por ello, y no solo por una cuestión digamos que humanitaria, todos somos víctimas del terrorismo.

3º Tenemos derecho a la la derrota de la ETA largamente prometida por nuestros dirigentes desde la Transición tras cada atentado. Ahora nos presentan una dolorosa claudicación.

4º Los votos ganados mediante la dictadura etarra, la que ha masacrado a los nuestros, son radicalmente ilegítimos. No legitiman a los terroristas, sean de pistola o de escaño. Ambos representan las dos caras de una misma moneda.