En estos revueltos tiempos, como lo fueron otros, a pesar de todo, la bondad abunda. Sí. Sin ella no existiríamos. Usualmente es humilde y hace poco ruido. Mucho menos que el mal tan visible y publicitado que a veces nos ciega y hace perder la esperanza. El árbol terrible que no deja ver todo el bosque.
Pero los padres de una niña con grandísima disminución física y psíquica cuidaron con mimo de ella durante estos últimos treinta años. Muy a su pesar y obligados por problemas de salud, acaban de ingresarla en un centro donde pueden atenderla. Esos padres con amor sin precio posible toman merecido descanso y acuden a visitarla.
Alguien que precisa un trasplante de riñón recibió la llamada de un amigo que quería donarle uno de los suyos.
Infinidad de personas anónimas derrochan cariño calladamente haciendo del mundo un lugar más vivible para su prójimo. Sobre todo en empeños diarios y modestos. Amabilidad, consideración, tolerancia, empatía... ¡Una sonrisa con dedicatoria! Perseverancia que precisa de mayor tenacidad y que contiene bastante más mérito y amor que los esfuerzos sublimes de un día, de un instante, de una explosión de valor.
La bondad constante de tantos hombres y mujeres imperfectos hace girar nuestro mundo, con sus alegrías y sus penas. Sin ella nada sería posible. A la vista de las amargas oscuridades, imitémosles; intentemos no maldecir únicamente. Encendamos también nuestra modesta luz. Una y otra vez, aunque se nos apague. Démonos un empujón. Que el Niño Dios, su mensaje, nazca en nuestro día a día. Abrámosle posada con lo poco o mucho que podamos. En Navidad y siempre.
Programa:"Sed misericordiosos como también vuestro Padre es misericordioso." (Lucas 6, 36)
¡¡FELIZ NAVIDAD!!
Salvador Ulayar y Maribel Arroyo
