Mi querido y llorado amigo el sacerdote José Manuel Lasarte decía, parafraseando el título de la encíclica de Pablo VI Populorum Progressio, que vivimos en la época de la papelorun progressio, en referencia a la creciente cantidad de papel que hoy nos abruma por todos los lados. Total, que esta tarde en la oficina mi radio desgranaba noticias. Yo andaba concentrado en la lidia cotidiana con los denostados papeles y los números que profusamente los pueblan: cotejando el odioso modelo 347. Justo cuando mi interlocutor se despedía con un tarraconense adeu, escucho ese corte de Zapatero tras la reunión en el Congreso con sus grupos parlamentarios del Congreso y Senado. Allí ha mostrado su confianza en que “el sufrimiento compartido” de todos los españoles ante el terrorismo permita un “entendimiento sincero y noble. Por nosotros no va a faltar.” Sincero y noble, dice. Y me ha entrado una risa floja. “ZP y el Diccionario de la Real Academia Española acaban de escribir mi entrada de hoy en el blog”, he pensado.
El DRAE, en el sentido que aquí nos ocupa, define así ambos términos:
- Sincero: Que actúa con sinceridad.
- Noble: Honroso, estimable, como contrapuesto a deshonrado y vil.
Lo más adecuado del anuncio presidencial es el tiempo verbal: que por él no va a faltar. Futuro. Este aserto en tiempo pasado sería simplemente falso. En estos últimos años le hemos calado unas cuantas mentiras. Y gordas, oiga; cuestión que en cualquier tierra de garbanzos se tiene por cosa nada sincera y bastante innoble. Porque convendrán conmigo que es difícilmente imaginable que alguien nos mienta sincera y noblemente ¿no? Si además consideramos la persecución de la AVT y su presidente Alcaraz mientras Otegi era un hombre de paz, pues ni te cuento lo innoble del asunto. Así que, escudado en la cosa del tiempo verbal –futuro–, técnicamente Zapatero no nos miente sobre su pasado. Pero en realidad sí que nos miente, porque no tiene inconveniente en decirlo como quien, tras cargarse la vajilla de la familia, pretende no haber roto un plato en su vida. Porque lo dice como lo diría quien atesorara indiscutiblemente esas dos virtudes –sinceridad y nobleza– y al tiempo las negara en quienes se le oponen.
Estos cuatro años han sido muy duros para las víctimas. Zapatero se ha encargado de ello en forma minuciosa. Me tienta la idea de engañarme dejándome arrullar por la tranquilidad que proporcionan los ingenuos pensamientos. Nuevo mandato y ZP rectificando su política de la cosa de la paz de todo a cien y la negociación. ZP dejando de chinchar a las víctimas... Y así, abandonarme a la despreocupación. Pero tras estas elecciones y a pesar de que contaría con la satisfecha anuencia del 80% de los españoles, Zapatero no tiene ninguna razón que le fuerce a rectificar, así que seguirá en sus trece.
Sí. Continuará la tarea de preparar una pista de aterrizaje para Eta en esa otra españa –con minúscula– que pretende construir de la mano de partidos separatistas cuyo oxígeno es el odio a la nación española. Como bien dice mi amigo Agapito Maestre, los partidos que viven de aquello que odian. Lo pasmoso es que permitimos que lo hagan con cargo a todos lo españoles.