Escapar

<b>Escapar</b>
El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

27 noviembre 2009

Nuestros hijos de perra.
Titulado en Diario de Navarra como "Tras el último ataque" 28.11.09


Tras el último atentado de terrorismo callejero sufrido por Diario de Navarra, uno no puede dejar de asombrarse de la actitud de los partidos nacionalistas. Qué se le va hacer, no aprendo. Siempre es lo mismo. Cuando ocurre el atentado emiten unas condenas. Y bueno, si resulta que los euskoverdugos además han matado, exhiben estentóreos golpes de pecho. Luego, a lo de siempre.

En este último caso casi ni eso. Rauda e incalificable la iniciativa anunciada por NaBai en el Parlamento de Navarra, proponiendo un texto en solidaridad con Egunkaria y Diario de Navarra, categorizando así por igual nuestro sistema judicial y los etarras; un atentado terrorista y un proceso público con acusación y defensa. ¿Recordará esta gente de NaBai que al que fue director de Diario de Navarra, José Javier Uranga, lo acribillaron a balazos a la puerta del periódico, en nombre de las mistificaciones euscalerríacas que ellos propagan y con las que se justifica la existencia de ese “conflicto” al que permanentemente aluden haciéndose las víctimas (!) y que consiste en que los etarras matan para conseguir lo que nos les dan las urnas ni la razón ni el sentido común? Pues claro que lo saben. Digo yo que al menos habrán perdonado a José Javier la osadía de sobrevivir y volver al timón del Diario. Como decía al inicio, cuando termina de extinguirse el humo de la última bomba o del último pistoletazo, cuando se enfría completamente el casquillo en el suelo, el nacionalismo vuelve a la carga sin sonrojo. 

Es fácil que estos etarras del terrorismo callejero que acaban de achicharrar el zaguán de las oficinas del Diario sean detenidos. Ya saben, siguiendo la doctrina banalizadora de Arzalluz, “los chicos de la gasolina”. Pues bien, el día que los detengan NaBai dirá lo que hace pocos días con la detención de individuos acusados de pertenencia a la trama etarra SEGI, que con ellas “se intenta criminalizar a varios sectores de la sociedad”. Como si los criminales, ellos solicos, no se bastaran para ser eso, unos criminales a los que poner ante la justicia para que sea ella la que finalmente decida, que es lo que se hace en cualquier país civilizado. ¿Imagina el lector que tras la detención de sicarios de alguna organización del Este dedicada a la trata de mujeres, alguien soltara la majadería de que es una criminalización de “varios sectores de la sociedad”? Cuentan que Cordell Hull, secretario de estado de Roosevelt, dijo lo siguiente del criminal dictador nicaragüense Somoza: "Puede que Somoza sea un hijo de perra, pero es nuestro hijo de perra." A buen entendedor.

20 noviembre 2009

Pancartas de Bermeo


Estos días la televisión ha ofrecido imágenes de la retirada de una pancarta en solidaridad con los tripulantes del atunero Alakrana. Menos mal, ya terminó el cautiverio. La escena ocurre en el ayuntamiento de Bermeo. En la maniobra se aprecia cómo aflora debajo otra pancarta, la que lucía normalmente ese balcón a favor de terroristas secuestradores y asesinos. Etxera (a casa), exige el trapo batasuno. Llama la atención la discreta luz de felicidad que asoma en la cara de una de las protagonistas, que supongo mujer de un pescador, al destender la pancarta que clama por la libertad de los secuestrados. Actúa sosegada, con una alegría que, tras la primera explosión emocional de cuando recibió la por todos ansiada nueva de la liberación, aflora ya serena, atemperada. Pero me es imposible ignorar el contrapunto. La feliz protagonista, al tiempo que retira su pancarta pensando en el reencuentro con su marido, muestra, como quien no se fija, otra en apoyo de secuestradores y asesinos de otros maridos, de otros padres, de... No entro ni a decir cómo pienso que debiera haber actuado la resplandeciente bermeana. Me limito a señalar lo obvio.

Esta escena es un trasunto de los años de persecución, opresión y asesinato sufridos por tantos españoles a manos de la Eta, sus corifeos y los justificadores del "conflicto". Años viendo pasar la vida mientras se hacía como que las víctimas de las persecuciones, secuestros y asesinatos de la Eta no existían ni existían los apologistas que los sostienen. Y aún nos queda de esa enfermedad social. Es inconcebible que la retirada del reclamo de la liberación de secuestrados suponga la inmediata exhibición de otro prosecuestradores y asesinos. Y que nada pase, como si los 850 asesinados no lo hubiesen sido a manos de la Eta. Como si a Ortega Lara no lo hubiesen enterrado durante 532 días, dispuestos a matarlo de hambre si se terciaba. Inconcebible, pero llevamos décadas concibiendo estas cosas sin dificultad en pueblos y ciudades del País Vasco y de Navarra. Sociedades moral y políticamente enfermas, que muchas veces hacen metástasis también en quienes observan -léase observamos- desde más o menos fuera, desde más o menos lejos y cerca; sin saber o sin querer saber que la resignada contemplación nos inocula indiferencia, despiadado castigo para las víctimas, pues que las equipara con sus verdugos. Indiferencia forjada a golpe de propaganda totalitaria, de mentira, de victimismo (!) nacionalista, de miedo, del "no te metas en políticas", de generalidades tipo "todos los políticos son iguales", evasoras de nuestra responsabilidad, sin distinción entre quienes están con los que matan y quienes están con los que mueren. De nuestra pereza intelectual que beneficia a matarifes y a quienes van recolectando sus nueces, sin sonrojo; de, en fin, nuestras renuncias ciudadanas, pequeñas o grandes, de cada día.
Lo que confiere un punto más amargo y triste a la incívica escena del balcón de Bermeo, la última vuelta de tuerca, es que, consciente o inconscientemente, son familiares de secuestrados quienes la protagonizan. Los que reclamaban solidaridad ciudadana por su gran congoja, hecha, ¡oh Dios!, del temor a que los suyos fueran asesinados. Solucionada la angustia, accionan en el ignominioso balcón con feliz sosiego, con indiferencia ante la redescubierta y reexpuesta afrenta a nuestras víctimas del terrorismo que, aunque oculta, seguía anclada en aquel balcón durante los 47 días del secuestro de los arrantzales. Tal vez sea inocente la indiferencia de los actuantes, repondrá alguien. ¿Puede serlo? No en Bermeo. ¿Sentirá el ayuntamiento suficiente vergüenza como para quitar por siempre el trapo proetarra de su balcón y de todos los balcones de la legitimación pública del terror?
 Aclaración: arriba de esta entrada, a veces, se encontró el lector un hueco en blanco, en lugar del referido vídeo. Como RTVE lo retiró de su lugar original ya no tenemos seguridad de verlo. Leches...


11 noviembre 2009

España y sus muertos



Uno lee informaciones en LA GACETA sobre las amistades peligrosas de María Emilia Casas y qué quieren, ya no me extraña nada de este país. Un peligro la señora Casas con su actitud, con el sentido de sus votos, lisonjeros para los oídos nacionalistas. Pero ojo, no sólo ella. Sin embargo se me antoja menos peligrosa que la actitud de quienes debieran reaccionar ante este asunto.

Particularmente llamativo resulta el mutis del PP. Muchas veces pienso que España no se merece la sangre de sus víctimas y que aquellos ciudadanos matados por su defensa de España y la libertad, por plantar cara al terror, fatalmente se equivocaron. Yo, hijo de uno de esos bravos, Jesús Ulayar, fantaseo con arrojar al suelo mi bandera, con acogerme a otra bandera, una de conveniencia, sí, una que convenga más a la memoria del padre muerto. La de alguna nación que se quiera a sí misma, una que respete a sus muertos por todo cuanto significan.


01 noviembre 2009

Ortega Lara, la virtud de no hablar sin hablar



El pasado 28 de octubre José Antonio Ortega Lara, entre otras personas, recibió en el Casino de Madrid el premio La Puerta del Recuerdo de la universidad CEU San Pablo. En su intervención el de Burgos no se mordió la lengua y dijo lo que creyó oportuno. Frente a un auditorio en el que, además de ciudadanos víctimas, se contaban representantes sociales, políticos e institucionales, José Antonio tuvo que elegir entre lo que dijo y lo que hoy resulta políticamente correcto; entre su dignidad ciudadana que preserva la de todos y esos lugares comunes que a fuerza de frecuentarse han quedado huecos; entre su verdad y los juegos de disimulo. Probablemente me equivoco cuando digo que eligió entre lo uno y lo otro, pues seguro que José Antonio ni se planteó el pasteleo, no precisó sopesar una y otra opción. No llegó a tener que elegir entre lo correcto en términos morales y políticos y lo que calificamos de políticamente correcto, que suele ser el camino más recto y muelle hacia la lisonja multidireccional, así que a la falsedad. Sencillamente dijo su verdad. Entre otras cosas de mejor digestión para los "correctos", el premiado declaró que no se fía de ZP, pues teme que vuelva a las andadas con los etarras en cuanto lo aconseje la jugada. No se fía de su antiguo partido, el PP, que termina por imitar tics centrifugadores de la nación del PSOE. No se fía de la actual AVT que ha renegado bellacamente de la Rebelión Cívica. Pide cuentas a Rajoy sobre si ha tenido algo que ver en ello.

Pocas amistades nuevas se habrá granjeado nuestro resistente amigo entre los devotos de la moqueta gruesa, el brillo de las lámparas de lágrimas y el sonriente canapé de subsecretarios, cargos partidarios, graves prebostes institucionaless y resto de fauna oficial. Es para quedarse admirado ¿que no? Hágase cargo el lector de que ante esa gentulina y en ese marco es preciso sobreponerse para cantar las cuarenta. Y José Antonio las cantó, a lo mejor sin tener que sobreponerse porque le sale así; con castellana serenidad, sin hurtar idea ni palabra. Puede que debido a ello incluso perdiese o le tambalease alguna amistad que, ¡ay!, tal vez no lo fuese tanto. Yo, que lo vi por la tele, quedé rendido ante un español libre. ¡Bien! Un resistente hasta lo indecible durante aquel interminable encierro al que fue sometido por los etarras. Y resistente frente a la descomposición de España. Ambas cosas vienen a ser lo mismo. ¿O es que José Antonio se comió aquella tortura de 532 días para que ahora los políticos den por amortizada la nación española?


Algunos se incomodaron ostensiblemente por el discurso. Hubo quien hasta se ausentó amostazado, con una mala gaita digna de peor causa. La cosa rondaba por aquello de que si no era el momento, que si tal que si cual... Desde que Mariano y ZP acordaron lo que no nos cuentan en materia terrorista, ha sido difícil ver "el momento". En fin, había quien pretendía de la pusilanimidad del premiado el debido hornato del acto y de los circunstantes de la oficialidad; así, la verdad de José Antonio habría quedado oculta bajo algún pico de la moqueta, entre su urdimbre y el nobilísimo mármol del Casino de Madrid. No es de recibo, como pretendendían algunos, el aparente hermoseamiento del premio a costa de un comportamiento lanar del premiado. Los primeros en no permitirlo serían los amigos del CEU San Pablo, institución que tan dignamente preside don Alfredo Dagnino.

Ojo al gesto de Teresa Jiménez Becerril. Tras las palabras de José Antonio no perdió un segundo y se levantó rápidamente para abrazarlo. Toma ya!!