Pablo Iglesias denuncia que recientemente ha abandonado sus
vacaciones en Asturias debido al acoso al que la extrema derecha ha
sometido a su familia. Una prueba sería la fotografía, parece que
retocada, de una pintada situada sobre el asfalto -COLETAS RATA- en una carretera
a cerca de cuarenta kilómetros de su residencia de veraneo. Amosca que ni sus propios
escoltas ni la Policía hayan notificado ningún hostigamiento al Vicepresidente.
Iglesias, de extrema izquierda bolivariana y boca prolija, ha
sembrado su biografía con frases que ahora le van dejando en pelota de forma asombrosa.
Así, los escraches -es decir, los acosos sufridos por los demás- eran jarabe
democrático, ¿recuerdan?; hay que naturalizar el insulto en política, decía hace
poco; a los delincuentes proetarras que en Alsasua hostigaron y machacaron a
dos guardias civiles con sus novias, los denomina los chavales de
Alsasua, pobrecitos. Ojo, en el socialismo navarro también encontraron apoyo. Para
qué seguir.
Iglesias y compañía han legitimado el acoso al oponente hasta en su
vida privada. Sembraron vientos y ahora dictan dónde están los límites de esos
aires, ¡ja!: a quién, con qué intensidad y dónde. Ellos, como todos los
totalitarios que han sido y serán, encarnan el pueblo y se sienten autorizados
para dictar las reglas. Añádase la máxima de Lenin, aquel asesino de masas: la
mentira es una herramienta revolucionaria.
Las patochadas tramposas de estos personajes y sus coros pretendiéndose
víctimas me pudren la sangre; indigna a quienes hemos sufrido durante décadas el
hostigamiento a manos de los cómplices de la ETA, sus amigos y hoy socios del
gobierno de PSOE y Podemos, siendo el asesinato de mi padre ante mis ojos adolescentes
la cumbre de la maldad. No tengo para olvidar la charla de Iglesias en una herriko
taberna pamplonesa con laudatorios comentarios sobre el papel de los asesinos
de mi padre en la Transición, blanqueando así el hostigamiento etarra sobre
Ulayar. Aunque la pareja Iglesias y Montero no lo sospechen, Jesús Ulayar
también tenía hijos: cuatro, que no contaron con veinte guardias custodiando el
domicilio.
Iglesias y sus amigos proetarras, son el acoso, la amenaza a las
libertades construidas en la Transición. Odian las democracias occidentales como
la española que permiten nuestro modo de vida, la libertad del individuo o el
imperio de la Constitución. Nosotras, las víctimas de sus socios, pagamos un alto
precio en el alumbramiento de la democracia. Por eso me es tan doloroso que quieran
destruirlo todo, que no mejorarlo, lo cual sería deseable. Por eso me hiere que
tanto español de bien, ciudadano de a pie, crea inocuos los juicios temerarios,
de barra de bar, sobre la Transición y la democracia, una obra que se puede y debe perfeccionar,
cómo no, día a día. Fíjese el ciudadano qué fomenta su consideración
simplemente destructiva y a quiénes alimenta. Por sus obras los conoceréis:
Venezuela, Bolivia, Nicaragua... Aprovechar la democracia para eliminarla desde
dentro. Mientras, el doctor Sánchez, ese sicópata político, tiene avión Falcon
en que transportar su hato de inmoralidades.