Escapar

<b>Escapar</b>
El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

12 junio 2008

11-M


Es un tema el de los atentados del 11-M difícil de transitar. El terreno se ha embarrado hasta la náusea. Siempre encontrarás quien te llame facha o conspiranoico por el mero hecho de expresar dudas sobre la investigación; o por decir que no se determinó el explosivo, cuestión fundamental. También encuentras quien te acusa de vendido a ZP por deslizar una sonrisa escéptica ante aquello de que Eta tenía cogido a Zapatero “por los vagones”; o por pensar que aquellas concentraciones mensuales de los días 11 no servían. Pero al margen de todo eso, la cruda realidad es que a día de hoy hay muchas víctimas de aquella masacre, muchas familias rotas, que no se conforman con una sentencia que tira por tierra las acusaciones de una más que mejorable fiscalía, contra quienes consideraba los autores de la matanza.
Y sí, la mayor certeza consiste en que no sabemos quién ha sido. Otra cosa que sabemos es la obscena utilización de aquellos muertos por parte de la entonces oposición, con la inestimable colaboración de Prisa y sus terroristas suicidas fantasmas, durante tan aciagos días. Transcurridas unas horas, querían saber. Hoy, transcurridos cuatro años, ya no quieren saber nada. Todo está claro a pesar de que la justicia no ha condenado a quienes la fiscalía acusó, con una versión contra la que era pecado objetar. Te podían acusar de buscar la suelta de los matarifes y hasta parangonarte con HB en la defensa de sus terroristas. Eso le ocurrió a la AVT. De entre tantos, hay un caso especialmente patético, el de un gentucilla llamado De Diego, que vomita por una radio que tiene a bien –mal– enjaezarse con su desprestigio. Hay que ser miserables. Que se lo digan a la cara a nuestra vicepresidenta Ángeles Pedraza, que perdió a su hija y que ha escrito recientemente sus razones para no estar conforme con el proceso en un artículo de El Mundo.

Precisamente estos días se juzga a los superiores de los peritos policiales del “caso del bórico”, como se ha dado en llamar ese asunto. Redactaron un informe que hablaba de la existencia de ácido bórico en unas muestras del 11-M, así como de su aparición en otras investigaciones relativas a Eta y a un antisistema. Simples antecedentes para ilustrar su posible utilización en explosivos. Pero algo tan tonto se convirtió en casus belli para la superioridad. Y este ciudadano que suscribe, legítimamente, se pregunta: si en esta memez se actuó tan sañudamente contra los peritos –con la improcedente e implacable intervención del inefable Garzón– con tal de que no apareciera la palabra prohibida –Eta– ¿qué no habrá podido ocurrir en otros aspectos de las investigaciones verdaderamente trascendentales?

Cuentan que Garzón, durante el interrogatorio a uno de los peritos, descalificaba la procedencia de consignar aquellos antecedentes del ácido bórico en los informes, con el estúpido razonamiento de que él lo usaba para combatir el olor de pies. El perito le respondió que seguro que no lo usaba por kilos, que es como se los encontró la policía en los referidos casos. En fin, parece que el ácido bórico puede usarse como conservante y como enmascarador de olores, vaya. Así de simple. Pero qué manía. El caso era evitar la palabra prohibida. ¿De dónde la consigna? Así que los maquinadores de la manipulación del 11, 12, 13 y 14-M ya cobraron su pieza: el gobierno Aznar. Y no quieren saber otra cosa. Oye, y a los muertos tierra. Triste España.