Escapar

<b>Escapar</b>
El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

25 julio 2010

Los últimos del 36 - Libertad Digital, 25.07.2010

Los pasados 16 y 17 de julio, la fundación DENAES celebró su IV Escuela de Verano en Santander. El amigo Santiago Abascal tuvo la mala idea de llevarme allí como ponente, cosa que le agradezco. Por entre las ponencias y los coloquios, iniciados por la de José Antonio Ortega Lara, me llamó vívamente la atención sobre todas una afirmación del antropólogo Mikel Azurmendi. A ver si en el intento de explicarla no destrozo su idea: el más importante y auténtico impulso matarife de los etarras es su convicción de ser los últimos combatientes de la Guerra Civil, conque atacan al Estado de Derecho con el fin de ganarla. Y hombre, dicho así, sin anestesia, la cosa sorprendió a este ciudadano de a pie. Paseaba después por los jardines de La Magdalena con este donostiarra. Profesor universitario, ex miembro de la banda en los años sesenta, hace muchísimos años sinceramente arrepentido, activo luchador contra todo lo que representan sus antiguos camaradas y por tanto víctima de la persecución del separatismo vasco, nada tiene que ver con esos etarras de Rubalcaba, en cuyo supuesto arrepentimiento el mentiroso ministro apoya sacarlos de la cárcel. Mikel Azurmendi vive rescatando su propia persona del mal o el error cometido y eso nos rescata de alguna manera a todos. Un tipo honrado que con su testimonio pone en valor el verdadero, el sincero arrepentimiento. El que camina en dirección a la enmienda, a la derrota política y social del terror separatista; y por tanto al perdón. Asuntos el del arrepentimiento y el perdón que no obstan la justicia, claro está, y sin los que no podemos reconocernos completamente civilizados, creo yo.

El caso es que el hombre reflexionaba nuevamente sobre lo dicho de la Eta y la Guerra Civil. Y me vino a la cabeza un incidente que relaté en apoyo de lo que allí nos contaba el profesor. Lo sufrió mi hermano mayor, Jesús. Fue un encuentro casual en Pamplona con los hermanos Vicente y Juan Nazábal, etarras asesinos de nuestro padre. En un momento del lamentable topetazo el segundo habló su odio adoptando un gesto que podríamos situar a mitad de camino entre el primate cuasi erguido y el forajido que se apresta a desenfundar: “en el 36 nos ganasteis, pero ahora no va a ser igual.” O así. Y yo pensaba que el tipo vive en una realidad inventada, en la mentira fabricada como excusa para asesinar. Y ya está, sin más análisis. Gran error. Creo que el busilis estaba en lo dicho por Azurmendi. El etarra no vive sin más en el pasado, sino que su expresión y actitud, la de la Eta, busca la prolongación de la Guerra Civil hasta hoy ¡para ganarla! Es el primer y principal suministro de odio de la banda. La ideología nazionalista separatista está adosada, pero el primer impulso para disparar es la revancha por aquella guerra perdida. Así que estos tipos, que por cuestión cronológica no tuvieron la oportunidad de aquellos gudaris de traicionar al bando rojo rindiéndose en Santoña al fascismo italiano, de alguna manera sobreviven ideológicamente en este anacronismo atroz, fusil en mano, en el para ellos “frente” de la España de la Transición y la Constitución.

Por desgracia en la España zapatera uno relaciona sin dificultad este asunto ideológico y melancólico con la Memoria Histórica, el abuelo de ZP, el traidor empeño de su nieto por negociar con la Eta, el famoso cordón sanitario sobre la derecha, las rosas blancas de la roja Bardem para la abogada proetarra Goirizelaia, el Otegi con discurso de paz... Pistas. Cuenta mi amigo Alcaraz una negra anécdota padecida por su familia que arroja parecida luz sobre el penoso paisaje. Tiene que ver con el día en que enterraron en Torredonjimeno a su hermano y sus dos sobrinas, asesinadas por la Eta en 1987 mediante coche bomba contra la casa cuartel de Zaragoza. El entierro se verificó en la localidad jienense de Torredonjimeno, pueblo de las víctimas y feudo de Izquierda Unida, asunto nada menor. Mientras avanzaba el triste cortejo para dar tierra a aquellos tres jovencísimos cuerpos destrozados, desde los muros del cementerio una pintada estrujaba el corazón de la familia Alcaraz con cruel saña, pues que escupía un salvaje “VIVA LA ETA”.