Desde los setenta, los políticos cayeron largamente en el error de negociar con la ETA. Sobre todo en los años de plomo y la teoría del empate infinito entre terroristas y estado. El tiempo demostró lo equivocado que era ese camino. Llegamos a las políticas del Pacto Antiterrorista: al enemigo de la libertad ni agua. Y se le llevó a su último cuarto de hora. El tinglado de pistoleros, coaliciones y entramado social, desesperanzado, se desmoronaba sin remedio.
Hasta que Zapatero negoció con ellos, políticamente incluso. El libro de Egiguren y Aizpeolea sobre la negociación lo relata. El proceso contradijo esencialmente el efectivísimo Pacto Antiterrorista, rompiendo el consenso de la inmensa mayoría de los españoles: abrió, ¡ay!, las puertas de la esperanza a los terroristas, al proyecto de ruptura de España del que son la punta de lanza. A pesar de su extrema debilidad, se les ofreció legalización y un arreglo con sus presos con tal de que no mataran: cambiamos armas -¿dónde están?- por poder e impunidad.
Es lo que está en marcha en este momento, pleno de proclamas de derrota de la banda. ¡Gran derrota, esa que le supone la más alta cota de poder institucional y político de su historia! Así lo dicen sus miembros. Y no son solo soflamas de consumo interno porque, por desgracia, el momento actual no es un espejismo: dominan una diputación y numerosos ayuntamientos y suman apoyos de buena parte del resto del separatismo, hasta hace algún tiempo reticente.
Así, el siguiente paso será hacerse con el Gobierno Vasco o, en su defecto, apoyar un gobierno condicionado por sus postulados totalitarios. Se atisbaría una declaración de independencia. Cierto que difícilmente una región española se va a independizar por sí misma, pero crearía una inestabilidad insoportable. A partir de ahí y en estos tiempos, cualquier cosa. Falta por saber qué haría el PNV en última instancia, pero no está precisamente escrito en las estrellas que no pudiese dar un paso, otro más, y puede que suicida, con sus hermanos sabinianos.
¿Hemos terminado con la ETA? No, al contrario. Su proyecto no busca la mera supervivencia de los pistoleros de suerte que si los neutralizamos hemos terminado con ella: la ETA es un proyecto totalitario que camina con paso firme. Más que nunca. A pesar de que la orquesta de nuestros políticos-con alguna excepción- interprete una y otra vez la célebre pieza“Les hemos derrotado”, emulando a la del Titanic. Que, por cierto, era insumergible.