Escapar

<b>Escapar</b>
El 27 de enero de 1979 tu sangre y la lluvia mojaron nuestra acera

06 noviembre 2010

Mi intervención en la concentración de 6-11-2010 en Madrid
NO MÁS MENTIRAS, NO MÁS TREGUAS-TRAMPA

Llevamos ya muchos meses asistiendo a un espectáculo desalentador. Un tiempo en el que el señor Presidente, miembros de su gobierno y partido, así como buena parte de la clase política española, están muy ocupados en lo que dice o no dice, hace o no hace la Eta.

Unos anuncian que esperan de los etarras tal cosa. Otros que una declaración en la que abandonen la “violencia”, que a veces les da cosa llamarlo terrorismo. Manifiestan esperar algo de los terroristas y en ocasiones hasta con con tintes de esperanza. Se ha llegado a pedir a los pistoleros que “no defrauden las esperanzas” de la gente.

Responden a las verborreas matoniles de los etarras calificándolas benévolamente de insuficientes. Hemos llegado al extremo de escuchar al Presidente del Gobierno declarar que estaba “profundamente decepcionado” por el “insuficiente” alcance de un comunicado de la banda. De aquellos tipos siniestros con disfraz del Ku Klux Klan y rematados en txapela.

¿Tiene suficientemente en cuenta la dignidad del cargo de presidente -nuestra dignidad- al manifestar tan decepcionante decepción? Claramente el señor Zapatero espera respuestas en esos tratos que se trae con la Eta/Batasuna que a penas puede disimular.

El uso de este lenguaje que otorga algún sentido político al hecho de que ciudadanos decentes puedan esperar, incluso esperanzados, algo bueno de los matones, me parece aberrante y perverso; gravemente dañino para el Estado de Derecho y la ciudadanía democrática española. No digamos ya para víctimas directas y sus familias, para perseguidos y represaliados por esos terroristas.

Porque este estar pendiente de lo que largue un atajo de matarifes, inevitablemente les reconoce un “tú” a tomar en cuenta en el espacio público. Les da carta de naturaleza política en lugar de marginarlos sin descanso.

Hoy aquí reunidos, manifestamos de forma exigente qué esperamos del gobierno y de toda la clase política, de nuestro Estado de Derecho: la liquidación de todos los tentáculos de la Eta con firmeza democrática.

Lo demás no es sino arbitrariedad e injusticia. Incluso traición. Por cierto, ¿hasta cuándo la impunidad en el caso del Faisán, el chivatazo a la Eta, señor ministro del Interior? ¿Hasta cuándo la impunidad para el asesino Josu Ternera, quien fuera negociador protagonista?

Desoladoras suelen ser muchas de las palabras de este gobierno. Y graves, muy graves, estos silencios. Nunca ha dado cuenta el señor Presidente de los márgenes entre los que se ha movido en las negociaciones con los terroristas.

Así pues, nieguen las bocas ciudadanas ese “tú” legitimador social y político a la Eta/Batasuna. Siempre. Y denunciemos a quienes lo hacen. Nuestro “tú” ciudadano solo es para quien se conduce civilizadamente. Nunca para terroristas. De pistola o de escaño.

No debe contar lo que pueda llegar a decir o no la Eta/Batasuna. Ni su especulación. En democracia sólo debe contar lo que decimos nosotros, los ciudadanos. Quienes de diversas maneras reconocen a las fieras en el espacio público al modo de agentes políticos, favorecen el reptar de una serpiente que de otro modo habría muerto ya. ¿Hace cuántos asesinatos y extorsiones habría muerto?

Quieren convencernos de que hay una Eta buena y otra Eta mala. Que a la buena es preciso recogerla en los tiernos brazos de la democracia. ¡Pelillos a la mar! Parece que esté escrito en las estrellas la indecencia de que a los Otegi y compañía haya que buscarles una salida, un acomodo en la política, en las instituciones. Oiga, que se arrepientan de veras, cumplan sus condenas y después hagan como los demás: a trabajar.

Se cruzan mensajes y se cruzan gestos. El mediador Brian Currin, quien hace caja con cargo a nuestros muertos, consideró positivos para el proceso esos beneficios penitenciarios que el señor Pérez Rubalcaba justificó con afirmaciones escandalosas, con falsedades sobre arrepentimientos y perdones supuestamente pedidos por parte de los asesinos.

Ese bochornoso tráfico de guiños al que vamos asistiendo, es claramente delator de que el proceso entre gobierno y etarras continúa.

Quien osa poner en cuestión al gobierno y denuncia el proceso sumergido, es tachado de desvergonzado enredador. No resulta sencillo salirse del guión oficial de la unidad. Yo digo que la unidad no es un valor en sí misma, sino un instrumento que pretende alcanzar un fin. Sólo la calidad de ese fin determina la bondad o maldad de la unidad.

Que no me busquen en la unidad para no ver, en la unidad para no escuchar. No. Quiero la unidad de los demócratas españoles para derrotar a los terroristas. Sin atajos y sin trampas.

En 2005 y años adelante, éramos descalificados quienes nos manifestamos contra la negociación. Luego hemos ido conociendo las falsedades del proceso. Y teníamos razón.

Quiero terminar refiriéndome a la última intervención del señor Presidente del Gobierno en el Senado. Espetó que aquella afirmación de que Navarra se vendía ha sido desmentida por la realidad.

Pero se le olvidó decirnos que en la mesa de negociación de Loyola se trató de Navarra, se jugó con fuego. Los emisarios de PSOE, PNV y Batasuna, es decir, la Eta, consensuaron un texto que hablaba, entre otras cosas, de la integración de Navarra y el País Vasco. Y ese texto infame terminó conociéndose.

Un texto que iba dirigido precisamente en la misma dirección en la que los terroristas han matado a más de 850 ciudadanos en España. Entre ellos un navarro, mi padre, Jesús Ulayar.

Señor Presidente, con el debido respeto, pero con contundencia ciudadana, debo decirle que al margen de los alarmantes indicios que le delatan, con sus antecedentes no puedo sino desconfiar profundamente de mucho de cuanto dice o hace en este terreno.

Usted me ha mentido demasiado. Por tanto no puedo concederle crédito cuando niega negociaciones con la banda. Ha sido usted mismo, con sus engaños y simulaciones, quien me lo ha enseñado.

¡En mi nombre no!