Si lo quisiéramos explicar en términos entomológicos, podríamos hablar de su conversión en huésped afectado por la subrepticia acción de un parásito o similar. Al primer golpe de vista no hay diferencia, pero la socavación interna no se detiene. Y vaya si el plan que muchos nos tememos se está cumpliendo. ¿Ha sabido alguien de alguna reacción de la AVT que sea digna de su obligación, ante una fiscalía que pide dar carpetazo al caso del bar Faisán? ¿Y sobre el bochornoso espectáculo de Garzón levantando -sin levantarlo- el secreto de ese aviar y fétido sumario con el que nos viene mareando la perdiz desde 2006? Es decir, con la salvedad de que las partes, una de las cuales es la AVT, están obligadas a guardar secreto sobre el contenido. Pues nada, que a mandar. A callar se ha dicho y ojito con protestar por la decisión del juez. ¿Se imagina el lector la que habría montado la AVT verdadera con este asunto relativo, ni más ni menos, que a una posible colaboración policial con la ETA? Oiga, con los de De Juana, con los de Ternera y esa gentuza, que por cierto sigue pastando por Europa sin que la AVT ni los peperos digan “mu” ni Pamplona a Zapatero.
No tiene explicación plausible la mansedumbre de los actuales mandarines de la AVT en este lance garzonil. O sí. Es que ahora la AVT es tan correcta, tan guapa, tan loable; son tan entrañables esas víctimas que no se andan en políticas ni leches... ¡oh! Pero ello no obsta para que siga abierto y sin descanso otro de los frentes de la operación. En su ciego tránsito por los últimos peldaños de la iniquidad, García Casquero sigue despidiendo a las buenas profesionales del equipo psicosocial de la AVT. Por supuesto despidos improcedentes y onerosos. Una pasta le van costando a la asociación desde el inicio de este hundimiento en el que sobran pasajeros émulos de los músicos de la orquesta del Titanic. Los de la actual AVT que refiero no se entregan al mérito de aquella impasible orquesta, pues no es que presten sus artes al consuelo general precisamente, sino que sirven de coartada para quienes dicen que no pasa nada malo. Una peste, vaya. Hombre, digo yo que para interpretar su lamentable papel les será de ayuda saber que, al cabo, nos serán suyos los pellejos que terminen en el helado mar. El caso es que las trabajadoras Patricia, Alejandra y Virginia han seguido los pasos de Bea Barcia, hasta hace pocos días responsable del mejor equipo psicosocial que existía en España. ¿Importa a este presidente de nuestros pecados y a su junta que se desmonte el grupo de profesionales que tanto costó formar para la mejor atención del asociado? Pues no, hay que cobrarse las piezas programadas. La directiva las manda a su puta casa, en palabros de aquel dirigente sindical en su reciente arenga anti MAFO. Conque sigue el triste discurso de los días y los meses en la AVT, de victoria en victoria hasta la derrota final. Créame el pacífico ciudadano que soporta estas líneas, que son horas en las que por encima de una imagen, de la apariencia de una entidad en tránsito hacia su cáscara, me importan las personas que son machacadas, sus vidas y su dignidad; esas víctimas inocentes -y van unas cuantas- de un naufragio pilotado por malvados timoneles, programado desde sentinas políticas y silenciado por la inmensa mayoría de los medios de comunicación, cuando no jaleado. A ese numeroso grupo de víctimas de la iniquidad casqueril se acaban de incorporar tres mujeres más. La inexorable venganza por aquella Rebelión Cívica continúa su camino.
No tiene explicación plausible la mansedumbre de los actuales mandarines de la AVT en este lance garzonil. O sí. Es que ahora la AVT es tan correcta, tan guapa, tan loable; son tan entrañables esas víctimas que no se andan en políticas ni leches... ¡oh! Pero ello no obsta para que siga abierto y sin descanso otro de los frentes de la operación. En su ciego tránsito por los últimos peldaños de la iniquidad, García Casquero sigue despidiendo a las buenas profesionales del equipo psicosocial de la AVT. Por supuesto despidos improcedentes y onerosos. Una pasta le van costando a la asociación desde el inicio de este hundimiento en el que sobran pasajeros émulos de los músicos de la orquesta del Titanic. Los de la actual AVT que refiero no se entregan al mérito de aquella impasible orquesta, pues no es que presten sus artes al consuelo general precisamente, sino que sirven de coartada para quienes dicen que no pasa nada malo. Una peste, vaya. Hombre, digo yo que para interpretar su lamentable papel les será de ayuda saber que, al cabo, nos serán suyos los pellejos que terminen en el helado mar. El caso es que las trabajadoras Patricia, Alejandra y Virginia han seguido los pasos de Bea Barcia, hasta hace pocos días responsable del mejor equipo psicosocial que existía en España. ¿Importa a este presidente de nuestros pecados y a su junta que se desmonte el grupo de profesionales que tanto costó formar para la mejor atención del asociado? Pues no, hay que cobrarse las piezas programadas. La directiva las manda a su puta casa, en palabros de aquel dirigente sindical en su reciente arenga anti MAFO. Conque sigue el triste discurso de los días y los meses en la AVT, de victoria en victoria hasta la derrota final. Créame el pacífico ciudadano que soporta estas líneas, que son horas en las que por encima de una imagen, de la apariencia de una entidad en tránsito hacia su cáscara, me importan las personas que son machacadas, sus vidas y su dignidad; esas víctimas inocentes -y van unas cuantas- de un naufragio pilotado por malvados timoneles, programado desde sentinas políticas y silenciado por la inmensa mayoría de los medios de comunicación, cuando no jaleado. A ese numeroso grupo de víctimas de la iniquidad casqueril se acaban de incorporar tres mujeres más. La inexorable venganza por aquella Rebelión Cívica continúa su camino.