Tenemos hoy una AVT que parece querer hacerse perdonar por quienes la agredían y que calla ante lo que digo o se limita a hacer finas protestas, que caen como una bendición en Génova 13 y Ferraz 70, así como en el despacho de Uribes, sucesor de Peces y ahora dispuestísimo interlocutor. Al presidente de la AVT le hablaban en una entrevista sobre un posible final dialogado con Eta y le preguntaron su opinión sobre hacer, en ese caso, alguna concesión a Eta. Casquero contestó que él preferiría que no. Preferiría, dijo. En fin, una AVT “en su sitio”, despolitizada -faltaría más, ¡dónde va una víctima vestida de ciudadano!- desaparecida del espacio público ciudadano, que ha hecho renuncia de la Rebelión Cívica y de cuyos cargos de representación muchos hemos salido corriendo, pues no hemos abjurado de aquella rebelión democrática. Una AVT desactivada para regocijo de PP y PSOE. Qué decir del resto de asociaciones. Teníamos razón los de la AVT en nuestra movilizaciones de estos años y el proceso de negociación resultó ser una porquería inmoral. Y teníamos razón, vuelvo a decirlo.
Ahora invocan solemnemente la memoria de las víctimas como guía para la construcción del futuro, quienes se han tirado años negociando con el fugado Ternera -hoy de consentida excursión por Europa- y persiguiendo a la AVT. Y la mayoría del personal en los medios de comunicación, partidos y asociaciones hace silencio y no quiere una explicación a los opuestos escenarios y cambio de papeles que nos ofrecen, de ayer a hoy, los mismos protagonistas con su cara toda lavada. Y teníamos razón; y estos tíos no tienen las más mínima intención ni necesidad moral de pedir excusas. Teníamos razón ¡leches!, pero se nos dijo que no queríamos la paz, que queríamos atacar más al gobierno que a quienes nos matan, ¡monstruosa acusación! Entre tanto Otegi tenía un discurso de paz, no como el nuestro, propio de unos rencorosos sin escrúpulos. A López le preocupaba mucho De Juana y su excarcelación, en un chantaje humillante del asesino al que el gobierno cedía. “Lo importante es que Iñaki no muera”, dijo el hoy Lendakari. Iñaki, sí; así de confianzudo con De Juana.
Y yo me pregunto si no habrán interiorizado estas gentes del maldito “proceso” un ápice de culpa por todo lo que nos han hecho sufrir a las víctimas; si no tendrán alguna vez la tentación de reconocerlo y pedir excusas, a pesar de que teníamos razón. Si se puede decir aquello que decían y ahora hacer discursos llenos de "moralidad", aunque no se atrevan a hablar de España; un éxito del terror, una concesión al terror es este obviar la nación contra la cual mataron al difunto. Nos la han arrancado del lenguaje. Se ha terminado la impunidad, nos dijo López, hablando de "este país". ¿A partir de ahora y gracias a él? Antes, durante el proceso no era posible lenguaje contundente ¿no? Van de una cosa a otra tan bonitamente y sin reparar en los daños; como quien pisa cristales y finge no escuchar cómo se quiebran a su paso. Se preguntaba Agapito Maestre qué razón le mueve al PSOE ahora, que no existiera hace poco, para no seguir negociando con Eta. Eso me pregunto: ¿qué razón para no seguir modulando el lenguaje hasta convertirlo en un tóxico al servicio de la coyuntura aquella?
Me aconseja un viejo amigo, militante socialista. Dice que no me caliente la cabeza. Sin más, estos tipos son banales y mientras vayan bien pues bien iremos y a lo mejor todo termina en buen fin. Pero que se pueden torcer pasado mañana, desde luego, o terminar de caerse del caballo para bien en función de la coyuntura. Si la ola los lleva a buen puerto pues perfecto. Pero de otro modo, si aparecen corrientes interesantes, volveremos a las andadas con la negociación. Todo muy edificante, vaya. Siempre pensé que vértelas con un estúpido era peor que hacerlo con un malvado. Pero hasta ahora no había considerado suficientemente la banalidad. Y me asusta. Con gente banal... banal ¡ostras! Al banal le da igual si tenías razón o si sufriste infinito, si crujes bajo sus pies. Me quedé sobrecogido al considerar de pronto esta visión perfectamente iluminada y perfilada de lo que sólo difusamente me hacía algún cargo hasta ahora. Me puse a escribir intentando pintar en qué manos estamos. Y sólo la banalidad me los explica. Terrible la política banal a la que unos y otros están acostumbrándonos.
Ahora invocan solemnemente la memoria de las víctimas como guía para la construcción del futuro, quienes se han tirado años negociando con el fugado Ternera -hoy de consentida excursión por Europa- y persiguiendo a la AVT. Y la mayoría del personal en los medios de comunicación, partidos y asociaciones hace silencio y no quiere una explicación a los opuestos escenarios y cambio de papeles que nos ofrecen, de ayer a hoy, los mismos protagonistas con su cara toda lavada. Y teníamos razón; y estos tíos no tienen las más mínima intención ni necesidad moral de pedir excusas. Teníamos razón ¡leches!, pero se nos dijo que no queríamos la paz, que queríamos atacar más al gobierno que a quienes nos matan, ¡monstruosa acusación! Entre tanto Otegi tenía un discurso de paz, no como el nuestro, propio de unos rencorosos sin escrúpulos. A López le preocupaba mucho De Juana y su excarcelación, en un chantaje humillante del asesino al que el gobierno cedía. “Lo importante es que Iñaki no muera”, dijo el hoy Lendakari. Iñaki, sí; así de confianzudo con De Juana.
Y yo me pregunto si no habrán interiorizado estas gentes del maldito “proceso” un ápice de culpa por todo lo que nos han hecho sufrir a las víctimas; si no tendrán alguna vez la tentación de reconocerlo y pedir excusas, a pesar de que teníamos razón. Si se puede decir aquello que decían y ahora hacer discursos llenos de "moralidad", aunque no se atrevan a hablar de España; un éxito del terror, una concesión al terror es este obviar la nación contra la cual mataron al difunto. Nos la han arrancado del lenguaje. Se ha terminado la impunidad, nos dijo López, hablando de "este país". ¿A partir de ahora y gracias a él? Antes, durante el proceso no era posible lenguaje contundente ¿no? Van de una cosa a otra tan bonitamente y sin reparar en los daños; como quien pisa cristales y finge no escuchar cómo se quiebran a su paso. Se preguntaba Agapito Maestre qué razón le mueve al PSOE ahora, que no existiera hace poco, para no seguir negociando con Eta. Eso me pregunto: ¿qué razón para no seguir modulando el lenguaje hasta convertirlo en un tóxico al servicio de la coyuntura aquella?
Me aconseja un viejo amigo, militante socialista. Dice que no me caliente la cabeza. Sin más, estos tipos son banales y mientras vayan bien pues bien iremos y a lo mejor todo termina en buen fin. Pero que se pueden torcer pasado mañana, desde luego, o terminar de caerse del caballo para bien en función de la coyuntura. Si la ola los lleva a buen puerto pues perfecto. Pero de otro modo, si aparecen corrientes interesantes, volveremos a las andadas con la negociación. Todo muy edificante, vaya. Siempre pensé que vértelas con un estúpido era peor que hacerlo con un malvado. Pero hasta ahora no había considerado suficientemente la banalidad. Y me asusta. Con gente banal... banal ¡ostras! Al banal le da igual si tenías razón o si sufriste infinito, si crujes bajo sus pies. Me quedé sobrecogido al considerar de pronto esta visión perfectamente iluminada y perfilada de lo que sólo difusamente me hacía algún cargo hasta ahora. Me puse a escribir intentando pintar en qué manos estamos. Y sólo la banalidad me los explica. Terrible la política banal a la que unos y otros están acostumbrándonos.