Mi tristura se identifica con el asunto sobre el que escribía ayer Hermann Tertsch en su columna de ABC. Ese asunto es un novelista y periodista austríaco llamado Joseph Roth, exiliado en París por culpa del ascenso nazi en Alemania y Austria, que palmó ayudado por la absenta y por su ninguna gana de soportar aquel desastre. Desconozco las libaciones de absenta, pero sí conozco -vaya que sí- el sombrío estado de alma que Hermann transmite hablándonos de Roth. Amigo Hermann, en lo de la absenta no hay salida muy real; así que toca continuar la siembra sobriamente jodidos, con la seguridad de no recoger fruto y manteniendo la helada alma a la espera de ser templada por un sol que tarde o temprano saldrá... o no.