Esa afirmación cándida y buenista desconoce la realidad de ese pueblo. Y sí, me recuerda a la verborrea de Ibarretxe. A diferencia del peneuvista, el autor de la carta cometió sus líneas con buena intención, no tengo duda. Pero qué quieren, sonó a Ibarretxe. “No son vascos”, nos ha dicho en más de una ocasión refiriéndose a los etarras tras un atentado. No te jode, serán de la provincia de Palencia. Como si ser un hijo de Satanás fuese incompatible con ser nacionalista vasco. Como si para comportarse como un miserable de tantos quilates como el etarra hiciera falta ser no sé... ¿español? ¡Claro! Quitados los lusos, no hay más opciones en suelo ibérico. La terca realidad es que entre los vascos hay bastantes cabrones de esos, por mucho que Ibarretxe mienta en descargo de sus vascos. Cuando matan toma distancia sideral. Aunque luego les suelta subvenciones, llora por su ilegalización y tal. Pero volvamos al tema que te pierdes, Ulayar. Pues eso; tanto en la CAV como en Navarra, entre los vascos hay bastante proetarra. Y Leiza no es una excepción como pretende el párrafo citado. Olvida que hay leizarras indeseables que apoyan con sus votos -la mayoría en las últimas municipales- acciones y omisiones a los que dejaron viuda a Reyes Zubeldía y huérfanos a sus hijos. Que dejaron viuda a María José Rama y huérfanos a sus hijos. Y es que en el intento de embellecer (?) un texto se puede llegar a decir sandeces elefantiásicas. Hay que sacrificar los adornos a la verdad.
Otra de categoría menor. O igual, no sé. La prescindible pieza literaria habla de aquello de la sinrazón terrorista. Sinrazón, dice. Se trata de un lugar común aceptado durante décadas, extraordinariamente útil para no pensar. Pereza intelectual. Lo de los etarras está muy calculado y razonado. Y para ellos es terriblemente razonable en función de lo que persiguen. No se trata de una cuadrilla de locos que obran con el entendimiento cegado, como da a entender la coletilla. Esa conclusión nos llevaría a rebajar el juicio a su calculada maldad. El objetivo de los asesinatos es barrer de odiosos españoles el espacio público. Víctima del miedo o de las balas, el adversario político casi no existe o se encuentra muy perjudicado. De ese modo sólo los nacionalistas pueden hacer política ocupando normalmente el espacio público, con la evidente ventaja que ello comporta. Con los no nacionalistas anulados, la tarea de ahormar la sociedad a favor de los esquemas sabinianos es mucho más sencilla. En esas sangrientas ventajas se va moviendo el nacionalista desde hace décadas. También en la bucólica Leiza que nos pinta el atolondrado autor de esa carta al director que me ocupa y aburre ya. ¿Sabrá el tipo de dónde es natural Patxi Zabaleta?
Otra de categoría menor. O igual, no sé. La prescindible pieza literaria habla de aquello de la sinrazón terrorista. Sinrazón, dice. Se trata de un lugar común aceptado durante décadas, extraordinariamente útil para no pensar. Pereza intelectual. Lo de los etarras está muy calculado y razonado. Y para ellos es terriblemente razonable en función de lo que persiguen. No se trata de una cuadrilla de locos que obran con el entendimiento cegado, como da a entender la coletilla. Esa conclusión nos llevaría a rebajar el juicio a su calculada maldad. El objetivo de los asesinatos es barrer de odiosos españoles el espacio público. Víctima del miedo o de las balas, el adversario político casi no existe o se encuentra muy perjudicado. De ese modo sólo los nacionalistas pueden hacer política ocupando normalmente el espacio público, con la evidente ventaja que ello comporta. Con los no nacionalistas anulados, la tarea de ahormar la sociedad a favor de los esquemas sabinianos es mucho más sencilla. En esas sangrientas ventajas se va moviendo el nacionalista desde hace décadas. También en la bucólica Leiza que nos pinta el atolondrado autor de esa carta al director que me ocupa y aburre ya. ¿Sabrá el tipo de dónde es natural Patxi Zabaleta?