Al margen de la adhesión de España al Convenio Europeo de Derechos Humanos, nuestra última instancia judicial sigue siendo el Tribunal Constitucional. En este sentido, existen precedentes de no aplicación de sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos cuando colisionan con la legislación de un país. Además, resulta que en España se incumplen leyes de nuestros tribunales y no pasa nada porque lo hacen políticos desde sus instituciones, ¿y resulta que tenemos que tragar con esta? A otro perro con ese hueso.
La doctrina Parot consiste en algo tan lógico y justo como que se le apliquen al recluso reducciones de su tiempo de reclusión tomando en cuenta cada una de sus condenas, no el periodo máximo legal de reclusión de treinta años. Algo de cajón, pues se le condenó a cientos de años, no al límite legal de treinta años: ese límite no es su condena sino el máximo tiempo que va a estar entre rejas. Antes de tal doctrina estos terroristas cumplían la condena de una manera absurda e injusta. Se otorgaban al reo reducciones de tiempo de reclusión -muchas veces por hacer macramé o matricularse en una universidad que luego les regalaba el título- tomando como base de cálculo los treinta años del límite legal que, hay que insistir, no es la condena. El resultado: daba igual matar uno, dos o ciento, en pocos años a la calle. Así, creo que nada, ni legal ni moralmente, obliga a España a cumplir la sentencia de Estrasburgo. Al contrario, la Justicia demanda obviarla y seguir aplicando la doctrina Parot.
Por otra parte este lamentable espectáculo se lo debemos a políticos que, desde la Transición hasta 1995 -año en el que se alumbró un nuevo Código Penal-, en lugar de luchar lisa y llanamente contra la ETA en un marco legal en mejora continua, se dedicaron a no dejar de toquetearse con la ETA, a negociar, ocultar a las víctimas del terrorismo, montar un GAL (para obligar a la banda a sentarse a negociar, que tiene narices la cosa) que, a su intrínseca abyección, se añadió la corrupción en el manejo de fondos públicos... Y así. Pero a ninguna de esas lumbreras se le ocurrió reformar a tiempo el Código Penal que dejó Franco. Si lo hubieran hecho no contemplaríamos hoy este espectáculo en Europa que, a nadie le quepa duda, ha sido propiciado y azuzado por la negociación de ZP con la banda terrorista ETA. ¡Pero si uno de los jueces del TDH lo mandó él allí!
Proceso negociador que -lo diré mil veces- contó con el plácet de Mariano Rajoy allá por 2007 y antes por el PNV: ese es el tripartito de la vergüenza. Y es que a la ETA -¿y al PNV?- se le prometió tumbar la doctrina Parot durante las negociaciones con el gobierno ZP. Dicho y hecho. Visto lo visto me cuesta mucho pensar que el presidente Rajoy vaya a hacer nada -¡qué novedad!- en la línea de lo que muchos proponemos legítimamente: no hay por qué aplicar lo dicho por el TEDH. Por Justicia hacia las víctimas que lo fueron porque nos atacaban a todos los españoles. Víctimas que venimos perdiendo siempre: acosados, asesinados, mutilados, derrotados por la banda en los años de plomo, en los del algo habrá hecho, en los años del no existir. Y, tras un breve respiro gracias al Pacto Antiterrorista, derrotados ahora por los que suponíamos, tonto de mí, que eran "los nuestros", PSOE y PP. Mientras, el mundo etarril danza.
Va 2013 muy avanzado. Tenemos a octubre más que mediado y, antes de que nos demos cuenta, diciembre asomará la nariz. Aún recuerdo a Rajoy contándonos en televisión los 47 kilos de peso que tenía hace año y medio el ya entonces moribundo Bolinaga, secuestrador y torturador etarra. Pues vaya contando días, don Mariano, porque lo mismo le va alcanzar el tiempo para mandarle el turrón.