Unos agitan el árbol y otros recogen la nueces |
En reciente entrevista radiofónica el mandarín peneuvista Urkullu, defendió a su formación de “insidias e injurias” vertidas por socialistas y populares a cuenta de la constitución de los ayuntamientos, donde pastan del presupuesto, en forma corregida y aumentada, los camisas pardas batasunetarras. Por voluntad de Zapatero, presidente cuyo cadáver político lleva la tierra tiempo reclamándolo para sí a gritos. Él ha franqueado el paso a matones como (y peores) los que se querían comer a Carlos García, concejal popular de Elorrio. Decíamos de Urkullu. Este hombre recordó a PP y PSOE que ambos sólo suman el treinta por ciento del electorado en el País Vasco. Casualmente casi por donde cifra el separatismo que padecemos en Navarra, añorante de sumergirnos en la patria del lunático Arana. Oyendo a Urkullu uno pensaba que en el treinta por ciento falta la miríada de vascos represaliados, huidos del suelo de Basajaun que idolatra el separatismo. Y los muertos. Precisamente su asesinato empujó a hacer las maletas a los referidos ausentes del censo electoral, que no votan. Y faltan todos los convertidos al nacionalismo obligatorio impuesto a base de miedo, ahormando la sociedad. Donde no se podía ni se puede hablar de política, donde el miedo cerval dejó su huella y no hay libertad para decir. Donde quien no era nacionalista fácilmente crió hijos nacionalistas porque la calle, la escuela y el bar estaban enseñoreados por la presión asfixiante de las pistolas. Y peneuvistas y compañía mirando para otro lado, cuando no complacientes, aprovechando espacio. Donde quien era nacionalista dizque moderado, por las mismas, fácilmente cría feroces batasunos que ahora amenazan: ¡PNV español! Amigo... Y años van y décadas vienen. Con el espacio público a disposición de los hijos de Sabino y cerrado a fuego y miedo a los demás. Si no te gusta te largas. Y así los dejas en el treinta por ciento, en ese porcentaje que engalla a Urkullu y que nunca hubiera sido posible sin la matanza perpetrada por la ETA. Y si el insensato habitante de la Moncloa ve su labor prolongada todo puede empeorar. Imagine el lector una Navarra sin los perversos efectos del miedo en tantos sitios, sin esos auténticos moldeadores sociales. Ah, sin las estúpidas políticas que gobiernos forales, rojos y azules, han ido desarrollando en buena medida para hacerse perdonar no sé qué. Que da igual, que aunque apruebes una ley del vascuence que sea un monumento a la idolatría de una lengua, los separatistas nunca tendrán bastante. Ni en lo económico, sobre el que convendría conocer unas cuentas de cuánto llevamos gastado sin que los obstinados navarros dejen de ser básicamente maketos, ni en el del afán de socavar nuestra libertad sobre el altar euscalerríaco, al que todo sacrificio es debido. Aunque se hayan permitido durante décadas textos escolares aberrantes que incluyen Navarra, con sus cuarenta y dos asesinados por la ETA, dentro de la fantasmagórica Euskalerria, dando textual razón a la banda. Y Educación del Gobierno de Navarra haciendo el lila o algo peor. Nunca, nunca será suficiente cuanto ofrezcas a una ideología errada, totalitaria, liberticida. Imagine el lector Navarra y el País Vasco sin la ETA en su historia reciente, con libertad. Entonces podían echar verdaderas cuentas los separatistas, quienes han ocupado el espacio público donde se ha vertido a tiros la sangre de nuestros muertos. Urkullu perdió una ocasión de oro para callarse, pero la querencia recolectora de nueces del árbol que agita la ETA le pudo: después de tantos litros de sangre y miedo sólo sois el treinta por ciento. Aún, debió pensar.