Las víctimas fueron asesinadas para destruir nuestra nación, las mataron en nuestro lugar y son símbolos de España, de nuestra libertad. Del mismo modo que la nación española es sus víctimas, las víctimas son la nación. Si una nación irrespeta sus símbolos no se respeta a sí misma, no se quiere. ¿Se quiere España? A juzgar por estos indicios y otros de extensa relación... lo dudo. ¿Derrotista? No, que aquí anda uno dando la matraca, pero ello no me impide abrir los ojos y menear la cabeza con escepticismo. Acudieron la Delegada del Gobierno, el Presidente del Gobierno de Navarra y otras autoridades. Muy bien. Pero de no ser por el afán de unos ciudadanos, ambos representantes de los ejecutivos no habrían estado, pues nada se habría conmemorado donde la Eta cortó el hilo de los días de Carlos, que era nuestro defensor. Las víctimas hemos atravesado unos últimos años muy malos, con consignas en torno a que "el final del terrorismo" -¿y su derrota?- vendría negociando con los asesinos de Carlos mientras se zahería a las víctimas, infligiéndonos nuevas victimizaciones. Nos dieron duro a los de la AVT -ello incluye a la viuda de Carlos- porque gritábamos un sentir general en las víctimas. Malbarataron años de pelea democrática, de convenciones ciudadanas instaladas en la inmensa mayoría de los españoles. Ahora toca recuperar y mejorar rumbo.
El relanzamiento de la averiada ciudadanía pasa por autoridades que lideren con decisión. No debieran faltar a ningún aniversario de los cientos de víctimas asesinadas en España. Es más, debieran impulsar mano a mano con la iniciativa ciudadana -sin anularla, incentivándola- estas conmemoraciones. No por mero sentimentalismo; no únicamente por la memoria del muerto, que también, sino por nosotros los españoles y por nuestros hijos. La memoria de las víctimas nos permite ejercer nuestra ciudadanía. Su recuerdo en la visita a escenarios donde las mataron, como el jueves en Leiza, es una excelente forma de repetirnos que no olvidamos: saber de dónde venimos para ir adonde queremos. Vacunarnos de errores para que otro proceso no nos haga otro doloroso desgarrón. Pregunto, ¿habrá políticos que planteen y peleen en el Congreso una iniciativa comprometida con nuestros muertos, por tanto con nosotros mismos? Una ley que comprometa a los gobiernos con estas conmemoraciones anuales y en su caso con la dignificación de los lugares donde mataron a los nuestros, altares de la democracia española. Actos cívicos previstos en calendarios oficiales, manifestaciones del cariño de los españoles por sus víctimas, públicos acopios de moral ciudadana, de dignidad de una nación, la española. Nación que los secesionistas pretenden reducir a “estado”, mera estructura administrativa que ellos, en su magnanimidad, toleran. Perversión del lenguaje que hasta personas no separatistas estólidamente farfullan por una estúpida (in)corrección política. Sí, España, ámbito para la libertad frente a naciones mentira: pretextos, peanas y negocios para politicastros a los que, ora un partido, ora el otro, llevan décadas suministrándoles la soga que precisan para ahorcarnos. Es hora de que pongamos en su debido valor la sangre de los nuestros por aquello que representan: la nación española.
El relanzamiento de la averiada ciudadanía pasa por autoridades que lideren con decisión. No debieran faltar a ningún aniversario de los cientos de víctimas asesinadas en España. Es más, debieran impulsar mano a mano con la iniciativa ciudadana -sin anularla, incentivándola- estas conmemoraciones. No por mero sentimentalismo; no únicamente por la memoria del muerto, que también, sino por nosotros los españoles y por nuestros hijos. La memoria de las víctimas nos permite ejercer nuestra ciudadanía. Su recuerdo en la visita a escenarios donde las mataron, como el jueves en Leiza, es una excelente forma de repetirnos que no olvidamos: saber de dónde venimos para ir adonde queremos. Vacunarnos de errores para que otro proceso no nos haga otro doloroso desgarrón. Pregunto, ¿habrá políticos que planteen y peleen en el Congreso una iniciativa comprometida con nuestros muertos, por tanto con nosotros mismos? Una ley que comprometa a los gobiernos con estas conmemoraciones anuales y en su caso con la dignificación de los lugares donde mataron a los nuestros, altares de la democracia española. Actos cívicos previstos en calendarios oficiales, manifestaciones del cariño de los españoles por sus víctimas, públicos acopios de moral ciudadana, de dignidad de una nación, la española. Nación que los secesionistas pretenden reducir a “estado”, mera estructura administrativa que ellos, en su magnanimidad, toleran. Perversión del lenguaje que hasta personas no separatistas estólidamente farfullan por una estúpida (in)corrección política. Sí, España, ámbito para la libertad frente a naciones mentira: pretextos, peanas y negocios para politicastros a los que, ora un partido, ora el otro, llevan décadas suministrándoles la soga que precisan para ahorcarnos. Es hora de que pongamos en su debido valor la sangre de los nuestros por aquello que representan: la nación española.