No nos olvidemos de los sindicatos de la empresa del difunto; ELA condena el asesinato pero está presente en la plataforma anti TAV, suministradora de munición ideológica para lunáticos y malvados. De los batasunos de LAB, pa´ qué contar. Ese ayuntamiento gobernado por la etarra ANV más EA y Aralar, los integrantes del núcleo duro de la coalición Nafarroa Bai. Sí sí, recuerden; aquella simpática muchachada con la que había que conformar un gobierno ¡de progreso! para Navarra. Di que ahora EA y Aralar de Azpeitia se han caído del caballo y abjuran de su apoyo a ANV. Grandes dosis de cinismo adivino en su actitud. Con un muerto en el pueblo... qué quieren, ya les da como cosa gobernar con formaciones etarras. Debe ser algo así como estético, porque por razones éticas y políticas nunca debieran haber apoyado a ANV. Además dudan si apoyar una moción de censura para desalojarlos del ayuntamiento. Tales son la solidez y solvencia cívicas de este personal.
Siendo cierto esto que va dicho -y más-, ante la inquietud de mi amigo le he escrito que sin la partida de tute de Azpeitia no se entiende Eta. Que hacen bien los medios en incidir en ello. Que en realidad el tute ha permitido a Eta llegar hasta hoy. Esa partida, con los neutros comentarios de quienes allí concurrían, relatados por el periodista, resume muy bien el ambiente social que ha permitido a Eta oprimir hasta lo atroz tantas zonas del País Vasco y Navarra. ¡Ni una palabra condenatoria para los etarras que acababan de matar al compañero de mesa! Que si cantaba muy bien en Loyola, que si a pesar de su edad acudía diariamente a dar una vuelta por la oficina, que si... Hasta ahí. Sólo un parroquiano terció afirmando que ahora no se podrían fiar ni de sus propias familias. El silencio fue respuesta unánime. Si Ignacio Uria hubiera fallecido infartado, la dolencia cardíaca habría sido objeto de los denuestos que sus compañeros no dedicaron a los matarifes. Terrible.
Así que la foto de los jugadores de naipes es la clave de décadas de desistimiento, en el mejor de los casos. La pusilanimidad, la enferma indiferencia de los cómplices medrosos, sigue alimentando a la bestia. Muchos de ellos son personas educadas, aman a sus hijos y saludan al vecino de la escalera. “Buenos” que no riñen con nadie. Muchas víctimas los conocemos muy bien. Y es que la gente “buena” ha hecho mucho daño.